Reivindicación del cuerpo saliente

Roberto Bonifacio

viernes, 8 de junio de 2018  |   

La elaboración del Nuevo Código Urbanístico para la Ciudad de Buenos Aires, parece ocasión propicia para proponer modificaciones a la legislación arquitectónica de la ciudad, a la que deberá ceñirse el proyecto de los nuevos edificios.

De entre esas normas, que hemos terminado acatando como si fueran inamovibles, como si no hubiera otra alternativa, a las que hemos naturalizado y obedecido sin discutir, rescato la prohibición de proyectar -y por tanto construir-, lo que en versiones anteriores a la codificación vigente en la actualidad, se denominó “cuerpo saliente” de las fachadas edilicias y ha sido -en su momento- suprimido de raíz.

Figuras 1 y 2Los proyectistas, nos hemos dejado tiranizar a partir de ese momento por el exclusivo dominio del “balcón” en el proyecto de los edificios urbanos. Y más aún, por la fatalidad del “balcón corrido”. La otra opción, a la que pocos han recurrido, es la más digna aceptación del “plano de fachada”. La masiva y casi única adopción del balcón corrido, ha construido la más aburrida y anodina imagen urbana, que está dominando todos los barrios de la ciudad (fig. 1 y 2).

Pero es importante recordar que no siempre ha sido así. Durante más de un siglo (desde mediados del siglo XIX hasta la supresión de la normativa que admitía la construcción de cuerpos salientes en la fachadas de la ciudad), los proyectistas ejercitaron su creatividad, proponiendo una inmensa variedad de alternativas en el diseño de la manifestación externa -hacia el espacio público-, de la espacialidad edilicia.

Los ejemplos más antiguos de cuerpo saliente que he rastreado son: el que enfatizaba el eje y el acceso principal de la casa de Armstrong en la calle Perú, demolida hace varias décadas, y el del edificio lindero a la ex Tienda San Miguel, sobre la calle Bartolomé Mitre (fig. 3).

Desde esos primeros ejemplos, muchos de los edificios más prestigiosos y admirados de la ciudad, se han valido de ese pequeño margen de libertad para convertirlo en una formidable herramienta proyectual.

Arriba: Figuras 3 y 4. Abajo: Figuras 5 y 6

Así, pequeños resaltos o desplazamientos del plano general de fachada (fig. 4), muros suavemente ondulantes (fig.5), vigorosos plegamientos (fig. 6), o decididas expansiones del espacio interior hacia el exterior (fig. 7), muchas veces  en contrapunto con los planos horizontales de los balcones (fig. 8), construyeron un imaginario al que la arquitectura del racionalismo aportó un caudal importantísimo (fig.9 y 10). Incluso algunos “fragmentos urbanos”, aparecen caracterizados por la reiterada presencia del cuerpo saliente (fig.11).

De izquierda a derecha, Figuras 7, 8, 9 y 10.

A ese margen de libertad, los proyectistas hemos renunciado sin lucha. Quizás por culpa. Porque esa supresión, llega como respuesta al trastocamiento de valores, al menosprecio del valor arquitectónico en pos del mayor volumen edificable. Cuando ese “plus” de espacio edificable por fuera de los límites de la parcela, que admitía la normativa, dejó de usarse con intencionalidad de diseño, con fines expresivos,  y le quedó solo el interés especulativo llevado a su máxima expresión (fig. 12), punitoriamente  perdimos ese crédito que nos había sido otorgado  y al que hasta entonces habíamos honrado. Con el instrumento regulador del FOT, esto podría haberse resuelto en su momento satisfactoriamente, pero parece claro que, por esos años, a nadie le preocupaba el tema.

Arriba: Figuras 11 y 12. Abajo: Figuras 13 y 14

En general, en los ejemplos que he mencionado, el cuerpo saliente se genera por asociación de idénticas expansiones en plantas sucesivas configurando volúmenes con claro predominio vertical. El edificio de la calle Talcahuano (fig. 13), propone una utilización más sutil del cuerpo saliente, ya que va suavizando el plegamiento del muro de fachada hacia las plantas altas hasta diluirse en el plano de fachada.

Lo que ha sido poco explorado en las propuestas, es la irrupción en horizontal del cuerpo saliente, como es el caso del “mirador” del Edificio Comega (fig. 14).

Me parece que ésta es la oportunidad de recuperar la libertad perdida. Tengo confianza en la escala de valores de las nuevas generaciones de arquitectos. Reivindico entonces, la necesidad de incorporar en la nueva versión del Código Urbanístico un articulado que admita la concreción del espíritu que alentó en el origen del “cuerpo saliente”. Su restablecimiento permitiría no solo mejores y más innovadoras propuestas a escala del edificio mismo, sino que facilitaría, a mi juicio, la elaboración de proyectos que reinterpreten, a través de su incorporación intencionada, las relaciones con el contexto urbano edilicio en el que se insertarán.

Si esta propuesta tuviera consenso, la normativa a incorporar deberá establecer los límites y condicionantes a los que habrá de someterse el proyecto, y dado que los antecedentes históricos remiten básicamente a su incorporación en “edificios entre medianeras”, será necesario reflexionar acerca de la posibilidad de su incorporación en las otras tipologías edilicias (edificios de perímetro libre y de semi perímetro libre). Por otro lado, estoy seguro de que la incorporación de los nuevos materiales y  tecnologías disponibles actualmente ampliarán el universo de lo posible de manera insospechada.