Biodiversidad, una palabra revolucionaria

María Lourdes Benéitez Massaro, Karen Hochman

viernes, 24 de noviembre de 2023  |   

La inteligencia artificial al servicio de la gestión ambiental. 


El propósito de este artículo es analizar el papel que ocupa la inteligencia artificial en el mundo del urbanismo y la arquitectura, a la luz de las necesidades acuciantes que el contexto de emergencia climática demanda solucionar. 

Existen nuevas formas de analizar y sistematizar la información que podemos recabar de los territorios. Sin embargo, como profesionales que operamos sobre ellos, tenemos que capacitarnos y adentrarnos en esta disyuntiva: ¿la inteligencia artificial al servicio de la gestión ambiental o el ambiente al servicio de la inteligencia artificial? Y, a la vez, nos preguntamos: ¿qué es un futuro deseable? 

Citando el texto Clima, “la deseabilidad que planteamos no opera en términos individuales, sino colectivos” (El Gato y La Caja, 2022, p. 14). Siempre que vinculemos este futuro deseable con los límites biofísicos de nuestro planeta, y que pensemos en prácticas que comprendan las necesidades reales de las poblaciones locales, estaremos operando con inteligencia, pero de la humana, sensible y natural. Entonces, ¿cómo vincular estas inteligencias con las artificiales?

El acelerado cambio climático que está afectando al planeta Tierra nos está dejando secuelas en biodiversidades y ecosistemas degradados en tiempo real, al ser reemplazados por infraestructuras cada vez más grises y menos verdes. En ese sentido, nos interesa reflexionar sobre el modo en que gestionamos las ciudades y generamos arquitectura para mitigar los impactos ambientales de las actividades humanas; a través de sistemas que busquen integrar los beneficios verdes que nos ofrece la naturaleza, y aprovechen los recursos existentes, incorporando estrategias artificiales. Así, nos encontramos numerosos ejemplos de soluciones basadas en la naturaleza: tecnologías que pretenden emular procesos naturales “que se incorporan al diseño urbano o paisajístico para resolver un proyecto de escala territorial” (Ecoproyecta, 2022). 

En este camino reflexivo afloraron las siguientes preguntas: ¿tenemos la formación suficiente para crear y aplicar, en un futuro inmediato, soluciones a problemáticas que se encuentran frente a nuestras narices desde hace más de 50 años? ¿Qué camino académico construimos para sistematizar las incorporaciones de las nuevas tecnologías a la arquitectura, y bajo qué parámetros? ¿Cuándo la tecnología es inteligente?

La inteligencia artificial está abriendo un sinfín de posibilidades a escala planetaria. Con el acceso masificado a diferentes inteligencias artificiales y a partir de la recolección y sistematización de datos e información, tenemos en nuestras manos, aparentemente, la posibilidad de simplificar y automatizar procesos arquitectónicos y urbanísticos complejos. Así, podremos aumentar la capacidad de resolver problemas con más facilidad y de un modo más simple. Al encontrarnos en una primera etapa exploratoria, desconocemos cómo será el modo en que se difundirán sus aplicaciones. Habrá que resolver si la IA se adaptará a las necesidades de cada región, o si brindará soluciones residuales y automatizadas que generen externalidades no deseadas.

Plataformas con base en IA
Una de las plataformas que recolecta información ambiental sobre el territorio argentino es Aapresid. Desarrolla simulaciones para predecir escenarios futuros y conocer el potencial de secuestro de carbono de los suelos agrícolas a partir de prácticas de “alta captura”, como la siembra directa, rotación con gramíneas, cultivo de servicios y nutrición balanceada. Algunas de las capas de información que brinda son: carbono inicial, evapotranspiración y tipos de suelos. Debido a que la pérdida de carbono del suelo puede afectar la capacidad de regulación del clima, gracias a la aplicación de dichas estrategias, la agricultura podrá captar un volumen de carbono del suelo que sea equivalente a la mitad de sus emisiones.

Estas son algunas capas de información georreferenciada (izq. a der.: precipitaciones, tipo y uso de suelos) que la Red de Brechas de Carbono de Aapresid utilizará para calcular los distintos niveles y brechas de carbono orgánico del suelo (COS). Fuente»

Otra plataforma interesante es Electricity Maps, que sistematiza la intensidad en gramos de carbono de las emisiones, según cada país y actividad. Luego, indica qué porcentaje está compuesto por emisiones bajas o renovables, además de contener información sobre la potencia de las corrientes de aire (m/s) y los rayos solares (w/m2). Lo atractivo es que se trata de una plataforma de datos espaciales abiertos que permite democratizar infraestructuras hacia la investigación, el conocimiento y la mitigación del cambio climático. 


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Tecnologías basadas en el funcionamiento de la naturaleza 
Algunas experiencias que vinculan la arquitectura con  las llamadas soluciones basadas en la naturaleza son: 

  • Un edificio que funciona con combustible a base de algas. Construido en Alemania en el 2013, consta de una estructura de 4 pisos y 15 departamentos, que se calientan y refrigeran gracias a la acción de microalgas.


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Lo innovador de este proyecto es que absorbe el calor que atraen las algas, y lo utiliza para calentar agua, extraída gracias a un intercambiador de calor. Una vez que las algas se encuentran dentro de los paneles, se les proporciona dióxido de carbono y nutrientes necesarios para funcionar como un sistema automatizado por completo. No obstante, es interesante analizar cuál es el valor ambiental inicial de dicha construcción, y en caso de difundirse mundialmente, a qué escala se comenzarían a vislumbrar beneficios energéticos y económicos. 

  • Otro proyecto para reducir el impacto del calentamiento global aprovechando los beneficios de los árboles es el “Árbol líquido”: fotobiorreactores urbanos utilizan la capacidad de microalgas para eliminar el CO2 y producir oxígeno y biomasa y, según afirmaron los expertos, son “entre 10 y 50 veces más eficientes que un árbol” (Página 12, 2023).


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Según las estadísticas, cada unidad de árbol líquido “equivale aproximadamente a 20 árboles forestales jóvenes en su capacidad de purificar el aire” (Página 12, 2023).
Un dispositivo que pueda reemplazar también a 200 m2 de césped pareciera ser una solución atractiva para una zona desértica o poco fértil. Ahora bien, es importante conocer qué mantenimiento requieren, cuál es su costo y si son apropiados en cualquier sitio. ¿Se podría hacer “uso” de este árbol líquido, tal como se aprovechan los beneficios de un árbol? ¿Qué sombra puede ofrecer un “árbol” semejante para disfrutar de un viento apacible y una conversación, envuelta en un pasamano de mate popular? ¿Cualquier solución es “buena” para todos los entornos?

¿Qué imaginario de futuro proponemos?
Respecto de qué tipo de imaginarios nos figuramos, a través de la industria del cine y la TV se han retratado distintos escenarios de futuros distópicos, en donde el ambiente se encuentra degradado y la naturaleza, arrasada. 


Arriba: Futuros distópicos. Blade Runner 2049 (2017). Denis Villeneuve – SONY Pictures. Abajo: Una sociedad futura deshumanizada y violenta. Mad Max (1979) George Miller - Roadshow Entertainment. 

Futuros distópicos: Blade Runner 2049 (2017) Denis Villeneuve – SONY Pictures.

Arriba: Lisa viaja al futuro y ya no quedan remanentes de árboles reales. La boda de Lisa - Los Simpsons. Temporada 6, Episodio 19 (1995). Matt Groening 20th Television. Abajo: Un futuro sin naturaleza: Wall-E (2008). Andrew Stanton - Walt Disney Studios Motion Pictures. 

La siguiente, lejos de ser una imagen propia de una creación artística, es el retrato del último árbol de Rocinha, una favela de Río de Janeiro, Brasil. 


El último árbol (2019) - Luiz Behring

Nos preguntamos si estas configuraciones espaciales son solo una construcción ficcional o si verdaderamente estamos yendo hacia ese horizonte. Pretendemos abarcar los múltiples y diversos modos en que afrontaremos los problemas ambientales acuciantes de la época, y si contaremos con la ayuda de la inteligencia artificial y la tecnología para aprovechar sus herramientas, sin acercarnos a este imaginario de destrucción ambiental.

¿Podremos transformar estos imaginarios de futuro distópico por otros utópicos, que arrojen escenarios urbanos más optimistas?  
 
Como profesionales abocadas al campo de la arquitectura y el urbanismo, es fundamental operar responsablemente frente al ambiente. Una actitud criteriosa y responsable que no solo nos permita discernir entre las múltiples formas de gestionar el territorio que existen, sino que, además, nos permita diseñar otras nuevas y creativas. Entonces, ¿es adecuado incorporar a la inteligencia artificial a nuestro campo, protegiendo las capacidades intelectuales de profesionales?

Entendemos que el uso de la IA y la tecnología es apropiado para contribuir en la disminución de los efectos del cambio climático, en la medida en que analicemos y entendamos las particularidades de cada región y necesidad de población local. Pero, ¿cómo hacemos para generar herramientas que sean beneficiosas para la población en general, sin caer en un desarrollo para pocos? Es necesario preguntarse, en cada caso, ¿cuáles son los problemas que necesitamos resolver? ¿Y cuáles son los procesos que necesitamos acelerar?

Nuestro espacio sociogeográfico como matiz
Dice Horacio Bozzano en su libro Territorios posibles: procesos, lugares y actores: “¿Qué nombramos cuando decimos territorio? Algo parecido a cuando decimos sociedad. Estamos mencionando un conjunto complejo heterogéneo, desigual, que tiene una o más lógicas de producción que pueden ser conocidas”. Y luego: “No hay actor social sin ‘su lugar’. Sin ‘lugar’ no hay relaciones sociales, no hay sociedad. Es decir, relaciones, procesos, tiempo” (p. 16).

En una geografía como la nuestra, que requiere de una inserción particular y cuidada del mercado mundial, es importante evitar tecnologías costosas que luego sean difíciles de mantener. En cambio, será fundamental aprovechar los recursos naturales, a través de una planificación adecuada, sostenida y responsable que, mediante una gestión ambiental del territorio, sepa interpretar las necesidades reales y aprovechar nuevas herramientas; y que éstas utilicen, por ejemplo, sistemas de georreferenciación para recolectar, analizar y procesar datos que luego serán utilizados en una gestión inteligente

Al preguntar al Chat GPT3, la inteligencia artificial se autodefine como: “(...) un campo de la informática que se ocupa de la creación de sistemas y programas capaces de realizar tareas que, si fueran realizadas por seres humanos, requerirían de inteligencia.(...) En esencia, la IA permite a las máquinas aprender de la experiencia, ajustarse a nuevas entradas y realizar tareas específicas de manera autónoma (...)”. 

La IA es mutable, y al mismo tiempo, genera un aprendizaje automático. Las nuevas tecnologías nos demandan nuevas preguntas, que sean correctas, para trasladar el ejercicio a uno más inteligente: para entender, primero, y sistematizar procesos, luego. Si eso trae un urbanismo y una arquitectura más inteligente o no, dependerá de nuestra capacidad crítica de interpretar los territorios y aplicar las herramientas que nos brinda. Y de poder luego replantear esas preguntas, para que la resolución de los problemas no sea automatizada, sino que a través de procesos cognitivos “naturales” podamos comprenderlos, interpretarlos, y resolverlos, de manera “inteligente”.

Ahora bien, ¿puede un árbol artificial reemplazar uno real? ¿Podemos decir que eso es urbanismo ecológico? ¿Cuál será el límite para las acciones específicas que vienen a innovar y traer soluciones aparentemente creativas?

Es importante tener en cuenta que la IA no es una solución mágica para abordar todos los problemas ambientales: debe ser utilizada junto con otras soluciones para lograr un desarrollo sostenible. Además, debemos asegurarnos de que la IA se utilice de manera ética y responsable para evitar cualquier impacto contraproducente para el ambiente.

La actitud proactiva y crítica en el mundo académico es fundamental en nuestra rama profesional para generar escenarios menos dañinos, que contribuyan a construir arquitecturas de menor impacto ambiental, menos indiferentes a nuestros entornos y más conectadas a las necesidades reales de la población. 

Debemos demostrar que, aún en una región económicamente desfavorecida a nivel mundial, podemos generar estrategias y aprovechar los recursos disponibles, sin necesidad de generar gastos adicionales, y así aportar inteligentemente al desarrollo de nuevas soluciones basadas en la naturaleza. 

Frente a una necesidad ecosistémica cada vez más urgente, la biodiversidad es, hoy en día, una palabra revolucionaria. Debemos, por lo tanto, tener la sabiduría de interpretar los territorios a partir de sus componentes y habitantes. Contemplar la unión entre la IA y nuestra mirada sensible como una simbiosis de información constante en crecimiento, para dejar de ser meros espectadores y usuarios, y pasar a ser una parte más de los ecosistemas terrestres, con una actitud humilde y respetuosa, para generar una arquitectura verdaderamente sostenible.


Referencias

  • Bozzano, H. (2009). Territorios posibles: procesos, lugares y actores.  Ediciones Lumiere SA.
  • El Gato y La Caja. (2022). Clima. El desafío más grande de todos los tiempos. Timoteo Marchini. 
  • Argentina tiene su mapa de Carbono de suelos y apuesta a identificar estrategias que maximicen la captura (2023). Aapresid
  • El primer edificio con calefacción a algas (16 de abril 2013). BBC NEWS WORLD 
  • Soluciones basadas en la naturaleza (SbN) aplicadas al urbanismo y el paisaje (2022). Ecoproyecta 
  • Electricity maps [Mapas de electricidad]. 
  • El "árbol líquido", una alternativa para purificar el aire (24 de junio 2023). Página 12.

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