Pabellón Argentino en la Bienal de Venecia 2018

Emilio Rivoira

viernes, 31 de agosto de 2018  |   

Democracia a la veneciana

La presentación argentina de este año en la Bienal veneciana acumula méritos. A la importantísima calidad arquitectónica y conceptual del proyecto se suma la gestión previa del concurso, guiada por las entidades profesionales, que permitió que el estudio de Santa Fe de los jóvenes Javier Mendiondo, Pablo Anzilutti, Francisco Garrido y Federico Cairoli se llevara, por concurso nacional, la gran responsabilidad de representarnos con Vértigo Horizontal

Es mérito también que su propuesta fuera atrapante y que cautivará al visitante apenas ingresado al pabellón, en un entorno desbordante de estímulos que establece estadísticamente que el promedio de visita a los pabellones es de sólo tres minutos. Fue mérito también que en los dos días del atosigante festival de inauguración oficial varios opinantes locales y extranjeros se sorprendieran de lo nuestro y lo vieran como de lo mejor de la muestra, como acaba de publicar Arch Daily al incluir a Vértigo Horizontal entre los once imperdibles de toda la exposición, y potencia el Financial Times al afirmar que de los sesenta y un pabellones nacionales lo mejor no está en los Giardini sino en los Arsenale y es, sin duda, lo presentado por Argentina lo más interesante para destacar. Compartimos también esta impresión al recorrer el universo veneciano con los jóvenes del estudio BAAG, Griselda Balian, Gastón Noriega y Gabriel Monteleone, que estaban presentes dado que su proyecto Casa Scout fue seleccionado por la organización YALA (Young Architects Latin America) y expuesto en la sede Ca’Asi de Venecia que se inauguró en simultaneidad con la Bienal.

Venecia cada dos años se transforma por un par de días en el centro del huracán de la arquitectura mundial, que desde la frivolidad hasta el manifiesto social de gran sensibilidad recorre lo que se hace, lo se piensa, lo que se elige, lo que se construye, lo que se avecina.

Vértigo Horizontal © Federico Cairoli

Es inteligente que cada año Paolo Baratta, presidente y alma máter de la Bienal, elige un curador que da tema, orientación y referencia a lo que se expone. Desde 2012 año en que Argentina comenzó a disfrutar un pabellón propio en los Arsenale, los viejos astilleros de fabricación de navíos del siglo XVI. Los curadores generales han sido Chipperfield, con Common Grounds enfatizando la necesidad de reconocer campos comunes superando el ego profesional, Rem Koolhas en 2014 con la exhuberante Fundamentals, inquiriendo sobre como la arquitectura absorbió la modernidad e insistiendo en que la Bienal sería de arquitectura y no de arquitectos, Alejandro Aravena con Reportes desde el Frente poniendo eje en reconocer el campo de batalla de un desigual mundo que nos necesita, hasta llegar ahora a la designación de las irlandesas Yvonne Farrel y Shelley McNamara del estudio Grafton que con Freespace proponen ”reconocer la generosidad de espíritu y sentido de la humanidad como fundamento de la arquitectura, centrándose en la calidad del espacio mismo, destacando la habilidad de la arquitectura de proveer espacio libre y brindar regalos adicionales de espacio a aquello que lo utilizan abordando problemáticas que reflejan deseos no expresados”.

Vértigo Horizontal © Federico CairoliAsí las cosas nuestros santafecinos entendieron varios mensajes básicos de lo que debe tener una presentación nacional. Representar con contundencia un concepto profundo e interesante de aprehensión inmediata, enfatizar en los contenidos de lo que se exhibe más que en la arquitectura del pabellón (no se trata de arquitectura de stands, esto es arquitectura que encierra mensajes) e identificar con un nombre abarcativo el tema que decidieron exponer. Vértigo Horizontal encierra en un ámbito oscuro y un luminoso prisma de caras vidriadas el mensaje sugerido por las curadoras. El espacio en libertad elemental argentino, el horizonte pampeano. La vegetación natural de la pampa viviente plantada y mantenida con tecnología avanzada en la base de la gran caja lineal, el cielo cambiante en imágenes fílmicas en la pantalla superior, la banda de sonido de viento, pájaros y silencio, y el juego de reflejos en vidrios de última generación que reproducen al infinito el horizonte, se confunde sobre las paredes laterales de ladrillo con una banda transiluminada con croquis a mano de proyectos argentinos de interés público, realizados desde la recuperación democrática de 1983. Pampa y arquitectura democrática para un Freespace.

Como señalábamos al comienzo, el mérito de hacer cada año más eficaz la compulsa de proyectos a través de las entidades profesionales es un desafío insoslayable. Así lo reconoció en sus palabras oficiales al inaugurar el pabellón el embajador Sergio Baur, Director de Asuntos Culturales de la Cancillería, que propuso profundizar el mecanismo para que en el 2020 la propuesta surja entre muchos más concursantes que los menos de treinta del año pasado.

He representado aquí en Venecia al jurado que integré durante 2017 con Tito Varas, Daniel Becker y Alberto Sbarra, acompañados por los presidentes de FADEA, SCA y CPAU, Gerardo Montarulli, Eduardo Bekinshtein y Augusto Penedo, presididos por Mauricio Wainrot, director de culturales en ese momento. Y gracias a ello me he mareado con la Bienal, los vaporettos y los spritz en un torbellino desbordante. La presentación argentina, sólida como ninguna de sus anteriores presentaciones, nos da la mayor alegría del deber cumplido. No tuvo premio, es lo de menos, lo que importa es consolidar un afinado concurso para 2020. A prepararse.

Como último regalo al retirarnos y despedirnos del pabellón al segundo día, vimos un pequeño caracol que subía por la cara interior de vidrio caracoleando desde el pasto pampeano... una muestra viva, una perspectiva ideal.  

 


 

Memoria de los autores
Javier Mendiondo, Pablo Anzilutti, Francisco Garrido, Federico Cairoli.

Vértigo horizontal propone un diálogo transversal entre espacios geográficos y lugares. Es una invitación a redescubrir el territorio argentino como una construcción colectiva y a develar la arquitectura en su capacidad de suscitar generosidades inesperadas en cada proyecto.

Lo horizontal del territorio -condición abstracta y real de la formidable extensión argentina- permite trazar un panorama de su arquitectura en términos de continuidad y de reflexión disciplinar.

© Federico Cairoli

Vértigo horizontal recorre los pliegues de nuestra geografía, a modo de cartografía de la producción arquitectónica de las últimas décadas. Durante este período, subrayado por el cambio de siglo, se han manifestado a lo largo y a lo ancho del territorio argentino un conjunto de obras de diverso programa y de variada escala. En conjunto, estas obras trazan un paisaje horizontal donde intervenciones particulares o iniciativas colectivas entran circunstancialmente en contacto, en diálogo, en resonancia.

Los proyectos expuestos reflejan el compromiso de la arquitectura argentina con los valores expresados en Freespace, mediante un horizonte de registros, inevitablemente abierto y no definitivo. Desde lo temporal, la selección enfoca en la arquitectura producida desde el regreso de la democracia, en 1983, hasta nuestros días. Desde lo programático, Vértigo Horizontal documenta obras y proyectos de carácter democrático: parques públicos, equipamientos sociales, intervenciones territoriales o activaciones participativas.

El recurso de exposición mediante croquis, dibujos y esquicios -todos ellos documentos primitivos, viscerales y originarios del hecho proyectual- pone de manifiesto lo esencial de la arquitectura, sin artificios, donde la riqueza del trazo y la evidencia de la idea cobra valor y otorga identidad a la propuesta arquitectónica.

Todos los croquis reproducen el vínculo, directo o remitido, que Vértigo horizontal imagina entre la arquitectura y la sociedad.  

© Federico Cairoli