Un barrio | Homenaje (o Feeling Pompeya)

Leonardo Epelman

jueves, 6 de septiembre de 2018  |   

Leía el otro día que “conversation piece” se denomina en algunos países a ese objeto/libro/revista que se deja en la “coffee table” del living para que, ante alguna reunión familiar o de amigos, se acuda a ellos para iniciar alguna conversación o plática.

Nosotros, los arquitectos, en esos casos tenemos la ventaja de contar con una “pieza” oculta y en la manga: la ciudad. Ya sea para salvar silencios incómodos o sellar grietas insalvables, resulta ser un tema facilitador de charlas muy eficaz y que tanto la tía feminista como el amigo hipster transitan/sufren/gozan diariamente y a toda hora. Funcionando todos así como cronistas de nuestra urbe, tal como en los tempranos 80 hicieron semanalmente los arquitectos Mario Sabugo y Rafael Iglesia en sus notas para el suplemento de ARQ del Clarín, que felizmente se transformaron en literatura, compilados en el libro La Ciudad y sus sitios. Relatos que llenan cuerpo y alma de imágenes y sensaciones, que invitan a salir a imitarlos en la acción múltiple y simultánea de transitar/leer/escribir/sentir la calle, el edificio, el barrio; textos serios y divertidos donde se destilan litros de café, kilos de libros y kilómetros de yeca bien dosificados. Y a partir de esta receta infalible, elijo entonces salir a caminar Pompeya y así registrar:

  • El rumor creciente de avenidas perforando una cuadricula anodina, que aturdía dramáticamente aproximándose al Riachuelo.
     
  • El rostro anónimo de la metrópolis detonada, en una panadería sin nombre frente al terraplén del Belgrano Sur.
     
  • Al soberbio Churruca, que aún reina y también divide: hacia el frente, el Parque Patricios de Thays; sobre la calle curva del fondo, el urbanismo por mano propia de la feria americana de Pompeya.
     
  • El portal neocolonial de una escuela en una ochava amplia y luminosa, propalando escala y armonía a los vecinos como un altoparlante de urbanidad.
     
  • Calles y veredas famélicas de sonidos, tragándose día a día el silencio espeso de  viviendas al borde de la ruina. Quizás sea esto el producto del vacío profundo que dejó el tango, cuando partió inexorable hacia las luces del Centro y más allá.
     
  • Orgullo de una familia, en el revestimiento multiforme y multicolor del frente de una casa.
     
  • La epopeya del Arquitecto Marcos, liderando una revolución solitaria a fuerza de abrir aristas con ventanales, liberar fachadas con planos de color, modelar remates de formas puras contra un cielo omnipresente.
     
  • A la ciudad organizada agonizando, en la previa a la noche desmesurada del Conurbano.

Decía Martínez Estrada que Buenos Aires también pertenece al hombre del interior, hasta como “... una especie de divinidad cívica”. Diosa o demonio, Buenos Aires es de todo el país.

Ahora entonces, mientras regreso de la caminata, voy imaginando una edición de “La Ciudad y sus sitios” con tapa dura, papel ilustración, fotos a todo color y tamaño mesa ratona. En resumen, un sobrado motivo, y bien argento, para una flor de “converseishon”. 

Hospital Churruca. Foto: © Alejandro Goldemberg para Moderna Buenos Aires