Etapas en los paisajes urbanos de Buenos Aires
Rodolfo Giunta
Para comprender el paisaje urbano contemporáneo de la ciudad de Buenos Aires, considero de interés efectuar un breve recorrido por diferentes etapas de su evolución. Juan de Garay (1580) si bien tuvo en cuenta las conocidas Ordenanzas… dictadas en 1573 bajo el reinado de Felipe II, aportó criterios que nos podrían desconcertar.
La Plaza Mayor, que solía ubicarse en el centro del diseño, fue “desplazada”, esto es, corrida hacia uno de sus laterales, para enfatizar su contacto con el Río de la Plata, otorgándole así una función puerto. Resultaba paradojal que una “ciudad-puerto” estuviera en un lugar al que no podían acercarse barcos. Es probable que a Garay lo haya impactado la doble percepción de infinito (Río de la Plata y La Pampa): se trataba de la matriz natural perfecta para adosar una matriz cultural, concebida como cuadrícula. En ningún otro lugar, la articulación de ambas enfatizaría esa sensación de infinito.
Para completar el efecto, la percepción de la ciudad debía efectuarse desde el río, como puede comprobarse en la iconografía, y lo más asombroso alcanzó inclusive la cartografía, convirtiendo a Buenos Aires en una de las pocas ciudades en el mundo que la mayor parte de sus planos no tienen orientación norte.
Durante la etapa colonial, por el gran número de congregaciones religiosas, el paisaje urbano estuvo marcado por las iglesias. A partir de las invasiones inglesas (1806-1807) y el proceso de emancipación (1810-1816), el paisaje urbano viró de lo sacro a lo militar: nombres de calles, plazas y paseos comenzaban a rendir homenaje a las gestas.
Desde mediados del siglo XIX, con la expansión de la Revolución Industrial, surgieron nuevos “protagonistas” urbanos que fueron modificando su paisaje, vinculados fundamentalmente al ferrocarril. Cabe destacar la Aduana Taylor y el primer Teatro Colón.
A partir de 1880, cuando Buenos Aires fue declarada capital federal, rápidamente necesitó despojarse de los ropajes coloniales para adentrarse en el deseo de alcanzar una modernidad parisina.
En el siglo XX, Buenos Aires, nuevamente desde el río, comenzó a brindar un recorte neoyorkino; en el presente siglo advertimos un catálogo más diverso, propio de lo universal.
Cada época condensó en la construcción de sus paisajes urbanos los paradigmas vigentes.