Entrevista | Sustentabilidad

Andrés F. Schwarz, Javier Pisano

miércoles, 17 de mayo de 2017  |   

Conocé los Aportes para la redacción del Nuevo Código de Edificación que elaboraron el CPAU y el CPIC y que presentaron al GCBA.


Entrevista a los Arquitectos Andrés F. Schwarz y Javier Pisano.
Temática ambiental en el Código | Los profesionales y la sustentabilidad | Formación | Latinoamérica y la sustentabilidad | El CPAU y la propuesta

  1. ¿Cómo llegaron ustedes a hacer su aporte al Código con el diseño bioambiental en la propuesta del CPAU?

    Schwarz- En mi caso, invitado por María Dujovne y las autoridades e integrantes de las Comisión de Arquitectura. Yo venía de escribir un libro para el CPAU, y la comisión directiva creyó pertinente que participara junto con Javier en esto. En lo laboral, me toca implementar siempre el diseño bioambiental: doy respuesta a ciertos requerimientos corporativos o de empresas con pautas de eficiencia energética y sustentabilidad muy concretas. En cuanto a legislación local… no digo que haya un vacío, pero está muy retrasado. Necesariamente el mundo va avanzando: por ejemplo Chile, Colombia, España, Uruguay. Y en este último, ya tienen normativa para colectores térmicos en los hoteles.

    Pisano- En mi caso, yo me incorporo en la labor del Consejo cerca del 2008, también por los temas ambientales. El tema ambiental se incorpora en los instrumentos de gestión pública de la ciudad a partir de fines de los 90 y comienzos del año 2000, cuando se empieza a reactivar la industria de la construcción y con ella comienza un conflicto vinculado al proceso de crecimiento de la ciudad versus la caracterización vigente de la misma en el cuerpo social. Este problema, que en realidad es el que atraviesa la mayoría de los conflictos urbanos y que tiene que ver con la aceptación o no de los procesos de densificación, tiene un componente ambiental.

    Entonces, cuando se sanciona el nuevo Código de Planeamiento donde se expresan las densificaciones propuestas para barrios y sectores de la ciudad que tienen un alto potencial estratégico en términos de localización y equipamiento en el marco de la región metropolitana, empiezan a surgir conflictos. Ante la ausencia de los componentes ambientales desde el inicio de los procesos de planificación del territorio, a mi criterio (y a criterio de alguna parte de la bibliografía) aparecen instrumentos de verificación que actúan como “parches metodológicos”, en las etapas finales de los mismos, como puede ser la evaluación de impacto ambiental. Cuando se sanciona la ley que regula su aplicación en el ámbito de la CABA, en el Consejo surgen, como con cualquier otra normativa, cuestiones vinculadas a la calibración de la norma a partir de la aplicación de la misma. Así es como en el 2008, por iniciativa de Emilio Rivoira, en ese momento su presidente, me invitan a sumarme a la Comisión de Arquitectura, porque yo trabajaba en la consultora TReCC S.A. haciendo esos estudios de impacto ambiental.

    En el trabajo en la comisión, lo que propongo es tomar la temática ambiental como un eje transversal a la concepción de los proyectos de construcción y arquitectura, porque es mejor trabajarla desde la concepción del proyecto y seguirla en todas sus etapas, que tratar de darle un baldazo de ambientalismo al proyecto, una vez consolidado. Si lo pusiera en términos automovilísticos, hay que hacer que el auto de base ya sea sostenible, y no que haya que “tunearlo” para que lo parezca.

    En este trabajo continuo, de ya casi diez años, desde la comisión tratamos de construir un marco conceptual que le permita al Consejo posicionarse en los debates que puede dar dentro de su rol, que es el de la regulación del ejercicio profesional. Trabajamos con recomendaciones para lo que es impacto ambiental, se hizo la serie de publicaciones de Sustentabilidad 1, 2 y 3, abarcando desde cuestiones de concepto y temas vinculados a las certificaciones, para pasar a sustentabilidad urbana y a la parte de producción en la que estuvo principalmente a cargo Andrés [Schwarz]. Y trabajamos también asesorando desde el Consejo y la comisión en todos estos instrumentos de gestión parciales (parches metodológicos, a mi entender) que aparecían complementariamente, porque había una necesidad de construir una normativa que empiece a tener en cuenta lo ambiental. De repente había un legislador que quería trabajar el tema de techos verdes, y otro legislador que se focalizaba en el agua de lluvia, y otro en no derrochar el agua potable; y así aparecían diferentes normas, sin una visión integral del problema.

    En ese contexto, creo que la reforma del código es una oportunidad para que la cuestión ambiental esté integrada a la concepción misma de los proyectos de arquitectura, por eso nuestra principal preocupación fue que sea un eje transversal presente en cada uno de los capítulos del nuevo código de edificación. En la propuesta que se elaboró hay temas ambientales en el capítulo tres, obviamente en el cuatro que es el de la ejecución de las obras, y también en la parte referente a la operación, mantenimiento, gestión y producción del proyecto. Nos parece que si vamos a cambiar el código de edificación, la norma madre de cómo se hacen las obras en la ciudad, su “manual de ejecución”, es la oportunidad de concebir obras totalmente sostenibles desde la propuesta de diseño hasta la operación y mantenimiento, que es un poco la lógica del abordaje ambiental: una visión sistémica de cada uno de los componentes.
  2. Y ustedes, ¿cómo ven la realidad profesional? ¿Cómo ven que sus colegas toman la cuestión ambiental?

    Schwarz- Es sobre todo un cambio cultural más que técnico. Como todo cambio, no está exento de marchas y contra marchas, de adopciones prematuras y después de movimientos de rechazo de esas adopciones, que finalmente vuelven a ser una opción pero distinta.

    Yo creo que hay dos actitudes de nuestros colegas frente a lo sustentable. He trabajado mucho con ellos, con estudios de arquitectura pero también con asesores termo-mecánicos o eléctricos. Y no encontré en estos diez años nadie que diga “qué mal la sustentabilidad”. Es como que alguien dijera “qué mal la solidaridad”. No vas a encontrar a nadie.

    Es algo establecido.

    Es algo bueno, y trasciende lo políticamente correcto, porque ves gente que cuando terminan las reuniones se acercan a preguntarte por su propia casa, y eso significa que ya toca el fuero personal, que hay un interés genuino. Ahora bien, esto no se traduce directamente en algo técnico, en una especificación o un pliego para salir a licitar, porque cuesta mucho dar el paso entre lo conceptual y lo real. Cuando se involucran cambios de proyectos o algún costo extra, se generan las reacciones.

    Pisano- A mí también me toca trabajar en el campo de la docencia de nuestra disciplina, y lo que dice Andrés es exactamente así, es un discurso políticamente correcto; pero también nosotros dentro de la disciplina tenemos que trabajar con una visión de la arquitectura que tendría que dejar de tener una visión objetual, única, original y particular. Cuando la arquitectura se conciba como un bien cultural de producción colectiva, patrimonio de toda una sociedad, este tema de la sostenibilidad se va a incorporar completamente a los procesos proyectuales. Todavía es difícil ver en los jurys de la facultad una mayoría de proyectos que tomen los condicionantes de los medios físicos locales como una oportunidad para resolver los problemas que se les plantean en los diversos programas, ya sea topografía, relación con la biota, arbolado, orientación, opacidad de los paramentos y protecciones solares hacia cada una de las orientaciones, es decir, posibilidad de ganancia o pérdida térmica según sea la orientación, cómo se adecua la morfología del proyecto al volumen de lluvia local o presencia de nieve y otros.
     
  3. ¿Les parece que tendría que haber un cambio en la formación?

    Schwarz- Sin lugar a dudas.

    Pisano- Por supuesto. A mí me alegra y honra participar como representante del Consejo en el Subcomité de IRAM de Construcción y Ciudades Sostenibles, porque veo que las normas que se están generando, vinculadas a sostenibilidad en construcciones, nos obligarán a ser más rigurosos en la metodología de la formulación proyectual. Si bien la arquitectura es una disciplina que tiene un alto componente vinculado a la creatividad y lo artístico, es una disciplina técnica. Y nosotros deberíamos ser rigurosos en la formulación metodológica de nuestros proyectos.

    Tampoco es muy común que el arquitecto sea un gran evaluador de alternativas como son la mayoría de las otras áreas proyectuales más vinculadas a la ingeniería o incluso la economía y otras. En este caso también, como dice Andrés, va a ser un cambio paulatino. Yo estoy esperanzado en que, dentro de diez años, va a ser un tema de rigor, porque quince o veinte años atrás vi la primera transformación con el tema de higiene y seguridad en la obras. Por eso yo tiendo a ser optimista y emular ese proceso de aprendizaje colectivo, por el cual ahora nadie evita pensar en la higiene y seguridad de las obras. Y estoy convencido de que, como parte de esta disciplina, tenemos que pensar un poco más rigurosamente en incorporar las cuestiones ambientales desde la cuna, en nuestra metodología proyectual. Así obviamente va a cambiar la formación y el ejercicio profesional; y el código es una oportunidad para que, a partir de una regulación, uno se obligue a cumplir con esos pasos.

    Schwarz- Un tema también relacionado con lo cultural es cuál es el abordaje de la sociedad al cumplimiento de la ley. Muchas personas descansan en lo que la ley dice, pero sabemos que culturalmente no hay mucho apego al cumplimiento, por más que sea una ley. Por ejemplo con los inodoros de doble botón, que ya es ley hace 2 ó 3 años, y algunos no se hacen problema porque no los controlan. Entonces por más que tengamos un buen producto llamado código, todavía nos falta evolucionar como sociedad, aceptar que hay ciertas pautas de convivencia plasmadas en este y otros documentos, y que el beneficio es para todos.

    Respecto de aquello que decía Javier sobre dejar de pensar el edificio como algo objetual, en síntesis es porque es importante el tema de la energía. Yo puedo poner ventanas de piso a techo, sin ninguna aislación, con todas las luminarias que yo quiero, y tener el dinero para pagarlo, pero no olvidemos que ese edificio está inserto en una comunidad, y que la energía se necesita generar en centrales hidroeléctricas o importar combustible. Entonces, por más que el edificio tenga los medios para hacerlo, es ineficiente, no es viable; porque es toda la comunidad la que tiene que suplir esas ineficiencias.
     
  4. ¿Cómo ven la región latinoamericana en términos de sustentabilidad?

    Schwarz- En la región hay una influencia mutua: por ejemplo el caso del metrobus, que empezó en Curitiba y después se fue trasladando a otras regiones. El tema de la sostenibilidad en la región hace el cambio de paradigma en los 90, con un hito claro que fue el Protocolo de Kyoto y que niveló a todos los países, pero la incorporación fundamental en esta sociedad fue el tema de la energía. Podríamos hablar de doce años muy concretos en los que se decidió no hacer nada, aunque nuestros vecinos sí avanzaron. A Chile se le cortó el gas en el 2006, y en menos de un año ya tenía su primera legislación de aislaciones exigidas, lo que lo convierte en un claro referente de cómo reaccionar ante la falta de un recurso. Ahora nosotros nos vemos privados del recurso, pero avanzamos lentamente, con el código y también otras cosas. Toda la región va avanzando con el foco siempre está puesto en la energía, si bien ahora evoluciona hacia la temática de materiales, a conocer qué materiales tienen, si hay materiales cancerígenos o no, el porcentaje de contenido reciclado, etc.

    Pisano- La región es diversa en términos de estructuras institucionales. O sea, Chile es un ejemplo interesante, porque ellos tuvieron la crisis del gas a partir que la Argentina decidió suspender la exportación, y a partir de eso armaron una planificación en la que realmente el código de edificación sostenible para la vivienda que ellos quieren (y están terminando de cerrar) es súper interesante, pero además súper restrictivo. Ese tipo de decisiones de política de Estado, en nuestro caso deberían alcanzar mayores niveles de consenso, en donde nuestra matrícula tendrá que cambiar ampliamente su paradigma de pensamiento. Pero también reconozcamos que Chile es un país unitario, donde la política central derrama hacia el resto, y lo mismo pasa en Colombia, pero en países federales como Brasil o Argentina, el derrame cuesta más. Es complicado compararse en estructura institucional y política de gestión con Chile, sencillamente porque tenemos una visión diferente, y por esa razón prefiero ver y analizar cómo lo hace Brasil, que también ha avanzado y es un país más grande, diverso y que tiene estructuras de gestión similares a las al nuestras…

    Creo que nosotros recién ahora estamos pensando en la adecuación pasiva de las edificaciones, o en la obtención de energía a partir de recursos renovables. Falta mucho para pensar en materiales y nos falta bastante más para que se materialice la gestión sustentable de las obras, pero entiendo que vamos en ese camino. Lo que no entiendo todavía es por qué pasamos de tener el ejemplo de los maestros de la arquitectura locales, como Vladimiro Acosta, Sacriste, César Carli, que ya trabajaban el concepto de relación entre la arquitectura y su entorno bioclimático, y de repente hubo veinte o treinta años donde eso disminuyó drásticamente. Ahora el discurso de esos pioneros del movimiento moderno local y regional vuelve a ser válido y se retoma con la lógica de la sostenibilidad. Insisto, es un tema cultural, y los arquitectos tenemos que volver a leer algunos maestros, a revisarlos. Tendríamos que poder aceptar que una normativa urbana o de edificación regional o local nos dé ciertos parámetros de diseño sobre nuestras obras, en pos de un beneficio general. Si hay un código que indica que la fachada norte puede tener hasta equis porcentaje de permeabilidad, o protecciones horizontales, pero la fachada sur debería tener una situación inversa o garantizar equis cantidad de retención de calor, uno como arquitecto debería aceptarlo y no sentirse condicionado en su libertad de expresión en el ejercicio profesional.

    Schwarz- Un indicador muy claro en los proyectos, en muy distintas geografías desde Emiratos Árabes hasta México, es que son muy pocos los planos que te marcan el norte. Es algo básico. ¿Cómo podemos hablar de permeabilidad de la fachada norte si ni siquiera se sabe dónde está el norte?

    Pisano- Por ejemplo, cualquier proyecto de Alvar Aalto tiene marcada la orientación, y uno se pregunta en qué momento se dio ese vacío conceptual. Y aparte está el ahorro social que mencionó Andrés: la ciudad podría, en vez de gastarse miles de millones de pesos en caños pluviales, resolver el tema de las inundaciones con una mayor permeabilidad de suelo a partir de normas de tejido, instalaciones de ralentización en nuevos emprendimientos en los lotes particulares, es decir resolver con propuestas de arquitectura y urbanismo los condicionantes del medio natural. Es un ahorro en infraestructura que podrías gastar en otras cosas para la sociedad.

    En la disciplina urbana, los códigos y otros instrumentos de planificación y gestión, regulan las libertades individuales en pos del beneficio general de una sociedad. En este caso, la cuestión ambiental empieza a transformarse en una regulación que limita la libertad individual en pos de la construcción del patrimonio social. Debe establecerse un cupo de energía para el uso particular de esta sociedad, porque cuanto menos use yo como persona física, más va a existir para consumo de todos, para otras personas físicas, para evitar la pobreza energética y para abastecer otros procesos de desarrollo que brinden beneficios más amplios al cuerpo social en su conjunto.

    Schwarz- Concretamente, en el código quisimos trabajar mucho con indicadores, porque el uso de determinadas cantidades de Watt/m2 o litros/m2, le da un parámetro al diseñador, que puede llevar su proyecto en una dirección, con tales o cuales objetivos. Y también le da parámetros al que regula la obra, al Estado. Esto es ni más ni menos que una forma distinta de ver las famosas etiquetas de colores. ¿Cómo podemos hacer para que ese ahorro social, ese bien social se traduzca en acciones concretas? Con una cuota de uso concreta.

     
  5. El grupo del CPAU que trabajó sobre la propuesta código de la Institución lo hizo por separado del GCBA. ¿Les pareció productivo, necesario…?

    Schwarz- No solamente sin el Gobierno, también sin la mirada de otros colegas, como por ejemplo de las Facultades. Para mí esta instancia de trabajar primero in house es necesaria, porque una institución necesita ordenarse en los borradores, en las ideas, y tener un cierto nivel de consenso, y recién entonces ver qué decir como Consejo. Ahora bien, entre esto y la promulgación del Código, son muy necesarias otras instancias de escuchar distintas voces, porque tal vez uno se enriquece, o no, pero siempre sirve, aunque sea para confirmar que estaba bien lo que se había propuesto. Y en eso yo lamento no haber tenido interacción con otros consejos o con distritos o con universidades, porque creo que hubiera llevado a un trabajo más nivelado. En este momento el Gobierno tiene ocho, diez, doce voces distintas que él va a tener que nivelar. Mi sensación es que si hubiera habido una etapa intermedia, quizás nos auto-nivelábamos nosotros.

    Pisano- Creo que este trabajo fue sumamente útil para que el Consejo tenga una posición consolidada respecto del tema. Y también es cierto que a veces las dinámicas de las reuniones de trabajo, cuando hay muchos actores, cuesta conducirlas a conclusiones prácticas y concretas. No soy quién para decirle al Gobierno de la Ciudad cómo debe ser el proyecto de reforma del Código, pero lo que a mi parecer faltó es un mecanismo de participación donde se pudiera interactuar con el mismo Gobierno, capítulo por capítulo, un espacio donde decirle que nosotros pensamos esto de esta manera como Consejo Profesional. Pero sé que no es fácil tampoco articular un feedback concreto de trabajo genuino que se materialice en un documento, el CPAU es un actor más del universo de la ciudad.

    Creo que lo más valioso de este trabajo es que el Consejo pudo construir una posición ordenada, organizada, sobre todos los temas en los que quería participar. El Gobierno de la Ciudad articulará luego, de acuerdo a la manera que considere conveniente, qué toma y qué no de las propuestas de cada uno de los actores de esta ciudad. Calculo que después se trabajará en la instancia de la Legislatura, donde habrá otro proceso de articulación y puesta en común.

    Sinceramente creo que, hablando del documento que nos envió el Gobierno como respuesta a nuestro aporte, que es de seiscientas páginas, y donde barren aspectos que van desde lo reglamentario hasta las técnicas constructivas de cada uno de los sistemas constructivos que componen una obra de arquitectura, la oportunidad de tomar la cuestión ambiental como eje transversal, no fue aprovechada. Afortunadamente, Andrés tiene una visión mucho más positiva que yo.

    En lo que recibimos vemos fragmentos y cosas dispersas. Con los indicadores nosotros apuntábamos a generar un proceso de construcción de la información de acá a cinco años, para que dentro de diez puedas tener un Código un poco más restrictivo en algunas cosas, a partir de una línea de base ambiental consolidada y verificada.

    ¿Sin los indicadores es más difícil que la norma se supere a sí misma?

    Pisano- Es que cuando se hace una línea de corte o se establecen metas, de acuerdo a cómo sea esa línea, entran diez y quedan noventa afuera, o a la inversa. Dónde va esa línea de corte, o el alcance de las metas, es una cuestión muy delicada.

    ¿Y no es sustentable?

    Pisano- No, porque te estás olvidando del componente social. Y esta ciudad es muy particular, porque todavía tiene un alto nivel de construcción informal. Obviamente no igual en volumen que los grandes desarrolladores, pero uno tiene que ser prudente para que estas cuestiones tengan la mayor posibilidad de derrame, que le llegue la posibilidad de aplicación a todos, porque se consolidan procesos de deterioro que generan inequidades: quien menos tiene, o quien menos volumen de obra tiene, vive en las peores condiciones, y eso obliga a estar fuera de la ley, además de consumir más energía y pagarla más cara.

    El mismo código generando la informalidad…

    Pisano- Por eso es importante que el Consejo cuente con instrumentos que le permitan sostener una posición sólida, porque evitamos el “meparecenómetro”, al que somos muy proclives todos en las charlas de café o en los debates de esquina… Se lo digo a mis alumnos, que me padecen en el último año de la carrera: somos universitarios, somos la elite intelectual de la Argentina, estamos acá por una oportunidad que nos brinda un esfuerzo social y tenemos la obligación de construir posiciones sólidas, buscar parámetros y ejemplos antecedentes, construir indicadores... en síntesis, tenemos que pensar y actuar en consecuencia