La fotografía y la ciudad
Juan Travnik
La llegada del daguerrotipo en 1839, inmersa en los grandes cambios producidos por la revolución industrial, generó en el campo de las artes visuales una nueva forma de representación de la realidad. Estas nuevas imágenes tenían una fidelidad de registro inédita por la precisión del detalle y lo extenso de su gama de tonos. Se lograban sin la intervención de la mano del artista, se decía en la época, y esto definió una fuerte idea de credibilidad. También produjeron grandes cambios al ampliar los campos de la visión, los modos de ver, como darán cuenta pensadores como Walter Benjamin y más tarde John Berger entre otros.
Desde esos comienzos, muy tempranamente, el nuevo medio se acercó a la arquitectura como uno de sus temas preferidos. Produjo registros de espacios públicos, de edificios, de grandes obras, de inmuebles destinados a los más diversos usos y de viviendas de todo tipo.
A través de la fotografía se tienen testimonios, en imágenes muy descriptivas, de las principales propuestas en el campo de la arquitectura y del urbanismo.
Los fotógrafos, mayoritariamente personajes urbanos, utilizaron a lo largo del tiempo desde las grandes metrópolis hasta las pequeñas aldeas como protagonistas o escenarios de sus imágenes y ensayos. Adoptando la actitud del flâneur, tan certeramente descripto por Baudelaire, el fotógrafo callejero se convirtió en el continuador de ese personaje tan particular y recorrerá las calles en busca de la escena o del espacio que lo sorprenda y cautive. Basada en una observación generalmente aguda y engañosamente objetiva, esa búsqueda se convierte en el motor que lo lleva a sus hallazgos.
Para poner solo algunos ejemplos, podríamos decir que desde Atget, con sus paisajes urbanos del París de principios del siglo XX, hasta las miradas de Horacio Cóppola y Grete Stern sobre nuestro Buenos Aires de la mitad del mismo siglo, se ha sostenido esa búsqueda de la imagen urbana, lograda por alguien que generalmente se siente parte de lo fotografiado, pero que a la vez mira con cierta distancia ese gran escenario. Ese gran escenario en el que disfruta de caminar y observar, muchas veces perdido y sin rumbo, listo para ser cautivado, como un niño, por un detalle, por un reflejo, o un contraluz.
Los desarrollos técnicos de las cámaras y de los actuales dispositivos de captura de imágenes digitales han llevado la cantidad de aquellos registros a cifras imposibles de imaginar. Acompañando el exponencial crecimiento de la industria del turismo, se producen incontables imágenes, adocenadas vistas de los lugares visitados. Imágenes que para una mirada atenta carecen, en la mayor parte de los casos, de la densidad o la sutileza propia de las surgidas de la mirada personal de quienes manejando el medio con solvencia y talento producen trabajos de verdadero peso autoral.
Las fotografías de los destacados fotógrafos argentinos Facundo De Zuviría, Gabriel Díaz, Eduardo Carrera y Rafael Calviño ilustran este número de NOTAS CPAU y están emparentadas con estas formas del mirar, vinculadas con esas búsquedas descriptas y una estética centrada en el hallazgo. Los collages de Alejandro Montini, también reconocido autor de nuestro país y de Jade Steltzner, estudiante francesa cursando por programas de intercambio en la Licenciatura en Fotografía de la UNSAM, suman otros modos de uso del medio, en los que la imaginación del autor permiten crear espacios, ciudades y entornos solo existentes en su mundo interior.