Aliados, no enemigos | Entrevista a Patricio Auld

Sergio Lanzafame

jueves, 12 de diciembre de 2019  |   

El arquitecto Auld fue de vital importancia en los cambios que se llevaron adelante en los últimos años en la DGFyCO en relación a la fiscalización y control de obras.


Desde niño, Patricio Auld tuvo en claro que quería ser arquitecto. Oriundo de Chascomús, vino a CABA cuando comenzaba su adolescencia. Estudió en la Escuela Técnica Delpini, donde se recibió de maestro mayor de obras, y continuó su carrera en la Facultad de Arquitectura de la UBA. Se recibió en 1976. Ingresó en el estudio SEPRA como dibujante mientras cursaba su primer año en la FADU y llegó a ser director.  Su primer encargo fue la remodelación del Hotel Sheraton luego del atentado político de 1972 en el que estalló una bomba. Trabajó en el proyecto del Caesar Park Buenos Aires, en las «torres gemelas» Catalinas Plaza y Alem Plaza, en el «Laminar», la Torre Fortabat y la torre Bouchard, entre muchas otras. También estuvo en los inicios de Puerto Madero, Puerto Viamonte I y II. Actualmente, trabaja como asesor del Director General de Fiscalización y Control de Obras de la DGFyCO.  

¿Cómo llegó a la función pública?

Tuve varios cargos diferentes. Fue durante un lapso en que me fui del estudio. Participé en la gestión de la Municipalidad de Pila (Provincia de Buenos Aires) como Subsecretario Técnico y Director de Obras Públicas. Después regresé a la actividad privada. 
En 1999, fundamos con unos socios un estudio de arquitectura y una empresa constructora con la que hicimos varias obras, sobre todo en Puerto Madero, para Obras Civiles SA, como subcontratistas de albañilería y yesería. También trabajamos para Caputo, con quienes hicimos un hotel en Puerto Madero.
Durante un tiempo continué con la dirección de obra y proyectos. Ejemplo de la época es el mini estadio cubierto de Vélez. Lo diseñamos e hicimos todo el management del proyecto. Contratamos una empresa para el estudio técnico de factibilidad y viabilidad. Pero con los vaivenes del país y de los dirigentes del fútbol no pudo hacerse. Era un polideportivo que también funcionaría para espectáculos, desarrollado con acústica electrónica.

¿Cómo fue que se incorporó al GCABA?

Yo estuve de los tres lados del mostrador: trabajé en un estudio de arquitectura, en una empresa constructora y como funcionario público. Entonces, la temática la conozco desde todos los puntos de vista.
Fue durante la gestión de José Gómez Centurión en la Agencia Gubernamental de Control que me llamaron para asesorarlo en el área de obras de la Dirección General de Fiscalización y Control de Obras. Comencé allí un relevamiento zonal de obras y un trabajo de sistematización de toda la parte administrativa. Después, desarrollamos las verificaciones especiales, los AVO (Agentes Verificadores de Obra), y también todos los aspectos administrativos y las funciones que iba a tener esta gerencia, que ocupé durante cuatro años. En ese tiempo, trabajamos mucho para emprolijar lo que se verificaba y lo que se controlaba o no en las obras.

¿Qué cuestiones tuvo que emprolijar?

Hicimos un check list para cada etapa de avance de la obra, para que todos los inspectores hicieran el mismo tipo de inspección. Al menos, la básica. Con eso ordenamos todo lo formal de la inspección.
También ordenamos la parte constructiva. Tuvimos vaivenes con los profesionales respecto del uso de los ladrillos, por ejemplo. Pero fuimos cambiando muchas conductas, como en las excavaciones y demoliciones la presencia del representante técnico o la solicitud del inicio de obra antes del comienzo, como la inspección previa en la demolición, etc.
Había mucha desidia con el pedido de Final de Obra. En esa época, cerca del 80% de los profesionales de la Ciudad de Buenos Aires no presentaba Final de Obra. Y esto era delicado porque las obras no tenían una inspección final y no se podía saber si el edificio estaba en condiciones de ser ocupado o no. Pero con la preventa, la venta y la escrituración suponían que la inspección 3 era suficiente. Entonces decidimos obligar a hacer el AVO 4, que es el Final de Obra, como marcaba la ley. Actualmente, se puede subdividir en Propiedad Horizontal con el AVO 3 y la responsabilidad y obligatoriedad del profesional de pedir el AVO 4.

¿Cómo funciona el trabajo cotidiano en la Dirección?

Cambió la postura en cuanto al supuesto «enfrentamiento» del Estado con los privados. Ahora tenemos un acercamiento más amigable, es decir que cualquier problema tratamos de solucionarlo con la premisa de agilizar las obras y no demorarlas o trabarlas por problemas administrativos. El principio costó, pero nos pusimos firmes.

¿De parte de los arquitectos qué demandas tienen?

En ese intercambio de opiniones ellos también aportaron mucho en aspectos como la reglamentación o cuestiones que la reglamentación no tenía previstas. Fuimos adecuándola con un punto de vista práctico. Por ejemplo, el tema del uso de la grúa para carga y descarga de materiales o los horarios de hormigonado. Y así, otra cantidad de situaciones que se fueron mejorando y pautando con los profesionales de la obra. Sobre todo, de las más grandes.

¿Cómo les afectó el cambio de los códigos?

Lamentablemente, en vez de simplificar y agilizar las cosas problematizó la interpretación de todo. Pero el tema le compete a la Dirección de Registros de Obras y Catastro (DGROC) y le afecta más al CPAU. Nosotros intervenimos para inspeccionar lo que ya se registró.

¿Cómo trabajan con los inspectores?

A los inspectores, antes no se los tenía muy en cuenta a la hora de la capacitación y la formación. Por eso, en estos años se hicieron varios cursos sobre los temas relacionados con las obras. Por ejemplo, los cursos sobre estudio de suelos o de relaciones interpersonales.  Hubo capacitaciones obligatorias y otras optativas y así los inspectores se han ido nutriendo de qué es lo que se requiere para la inspección de la obra.

¿Tuvieron problemas con inspecciones mal realizadas?

Sí, por supuesto. Pero hay más controles, como el del supervisor: la inspección es subida inmediatamente a la web y la revisa un supervisor verificando que no se hayan cometido errores o deficiencias, que de corresponder lo aclara con el Inspector para corregirlo. Antes, un inspector sólo hacia la inspección y lo reflejaba en un papel, ese papel casi no lo leía nadie y quedaba archivado para siempre. Y sucedía que el nuevo inspector que llegaba a la obra no sabía en qué condiciones estaba el trámite.
Desde hace tiempo, los inspectores van con su tablet y verifican por sistema el estado y el avance de la obra y en qué condiciones estaba en las inspecciones anteriores.

¿Qué otras conductas tuvieron que cambiar?

Nos pasaba que, por ejemplo, no teníamos nosotros el control de lo más neurálgico para administrar, que es estar anoticiados del Inicio de Obra. Los arquitectos tenían el plano registrado, con los papeles en orden comenzando las obras, pero nosotros no lo sabíamos y no los podíamos controlar. Por lo cual, instauramos la web Director de Obra, donde el profesional declara obligatoriamente el inicio de la obra.
La otra conducta fue obligarlos a contar con el seguro de obra que nadie cumplía. Había una cierta confusión y los profesionales no lo presentaban. Entonces tuvimos que hacer una reglamentación nueva donde figuraran las cuestiones básicas, como el monto mínimo a asegurar, que incluya varios aspectos propios de la obra que antes no se tenían en cuenta. Hoy, por ejemplo, el seguro que nosotros desarrollamos incluye a linderos y la vía pública.
Otro tema fue la creación de un registro de empresas excavadoras y demoledoras informatizado, solicitando documentación referente a la empresa y su Representante Técnico. Antes había un libro de firmas en papel donde se inscribía un profesional matriculado y no había controles de si era empresa y qué capacidad técnica tenía. No se exigían matrículas específicas. Muchos profesionales alegaban que tenían las incumbencias, pero lo que nosotros exigimos es que fueran empresas.

¿Cómo puede convencer a los arquitectos de que los inspectores y la DGFyCO son aliados y no enemigos?

Lo fueron palpando y asumiendo, sobre todo a partir de las charlas, las entrevistas, las capacitaciones de difusión de lo que estábamos haciendo.