El Paisaje Sonoro en áreas verdes urbanas y su influencia en la salud ambiental

Pablo Kogan

jueves, 23 de mayo de 2024  |   

El sonido es un fenómeno físico y perceptual, sin embargo cuando hablamos de ruido nos referimos a un sonido no deseado o que provoca efectos adversos sobre la salud. La contaminación acústica puede generar diferentes efectos nocivos a nivel auditivo, fisiológico extra-auditivo y psico-social, como estrés, reducción del rendimiento en las tareas, problemas en el aprendizaje, interferencia en la comunicación, irritabilidad, alteración del sueño, entre muchos otros. Gran parte de las alteraciones pueden ser producidas debido al ruido de tráfico vehicular, el que representa la principal fuente de contaminación acústica en las ciudades. Además de las significativas consecuencias del ruido sobre la salud, éste también genera impactos económicos, como la reducción del precio de la vivienda, menores posibilidades de uso del suelo, aumento de costos en salud pública y pérdida de productividad laboral. 

Reducir los niveles sonoros en las ciudades no siempre es factible, ya que sus costos son excesivamente altos, se trata de procesos lentos y, lo que es más desconcertante aún, es que los beneficios de esta reducción son difíciles de percibir por parte de la población afectada. Una de las principales causas de esto último es que la mera mitigación de los niveles sonoros supone un enfoque reduccionista que no tiene en cuenta la complejidad de las interacciones entre la población y el sonido, ni la necesidad de este último para la comunidad. En complemento, el enfoque del Paisaje Sonoro considera al sonido como un recurso a gestionar en el territorio y no sólo como un contaminante físico que debe ser indefectiblemente mitigado. En este sentido, la gestión del Paisaje Sonoro pone atención también a la importancia que las distintas fuentes sonoras pueden tener en el espacio público, ya sea por el valor social, cultural, medioambiental, en salud pública, simbólico, identitario, histórico y/o patrimonial. 

 El Paisaje Sonoro se compone de la totalidad de los sonidos que son percibidos dentro de un espacio urbano en cada momento, ya sea que las fuentes sonoras que los generan se encuentren dentro o fuera del mismo. Por otra parte, el paisaje sonoro debería ser coherente con la función que cumple el espacio, así como con las percepciones de los demás sentidos.

Su importancia en los ambientes públicos radica en que puede favorecer u obstaculizar las actividades que las personas realizan en los mismos. Algunas actividades son especialmente sensibles al sonido ambiental, como aquellas que requieren de mayor sosiego o concentración, entre las que podemos señalar el descanso, la relajación, lectura, reflexión, prácticas corporales conscientes, meditación, contemplación y conversaciones tranquilas. En el contexto urbano, esta clase de actividades y hábitos saludables de la población deben poder ser desarrolladas en parques y otras áreas verdes, por lo cual debemos prestar especial atención al paisaje sonoro en este tipo de ámbitos. En este sentido, la coherencia del sonido ambiental con cada espacio puede ayudar a satisfacer las expectativas que los visitantes tienen sobre este, quienes usualmente acuden al mismo con fines específicos. Por el contrario, si el paisaje sonoro no se encuentra acorde a la función del espacio o no es compatible con las actividades a llevar a cabo en el mismo, la experiencia de los visitantes se podrá ver frustrada y posiblemente se atraiga su uso para actividades menos calmas.

En la normativa internacional[1], el Paisaje Sonoro se define como “el ambiente acústico tal como es percibido, experimentado y/o entendido por las personas en su contexto”. Esta definición pone de manifiesto la naturaleza subjetiva del concepto, evidenciando el lugar central que tiene la experiencia del ambiente, en contraste con el enfoque de mitigación basado en la medición de los niveles sonoros. Refleja, asimismo, la complejidad del Paisaje Sonoro, ya que la “percepción”, “experimentación” y “entendimiento” del ambiente acústico representan aspectos relacionados con el ambiente, aunque al mismo tiempo mediados por factores individuales, como la audición, familiaridad con el espacio, cultura, edad, ocupación, la sensibilidad al ruido y el estado de ánimo, entre otros. Esta complejidad del paisaje sonoro no sólo involucra factores subjetivos, sino que a una multiplicidad de dimensiones, las que corresponden a fenómenos de distinta naturaleza pertenecientes a diferentes dominios de conocimiento y tienen escalas temporales y espaciales disímiles. Las dimensiones del Paisaje Sonoro pueden agruparse en tres grandes entidades, denominadas Ambiente Acústico, Ambiente Físico y Ambiente Experimentado, como se puede observar en el Modelo Conceptual de la figura 1. 


Figura 1: Modelo Conceptual del Paisaje Sonoro y su representación en un área verde urbana (adaptado de Kogan et al [2]).

En contraposición al ruido vehicular, los paisajes sonoros dominados por sonidos naturales son capaces de producir efectos favorables en las personas. Estos efectos positivos derivan de la importancia que tiene para la salud humana la inmersión en ambientes naturales no intervenidos por el hombre e, incluso, pueden ser restauradores de la salud. Los beneficios de la inmersión en la naturaleza son conocidos desde hace tiempo, sin embargo, el rol clave en los mismos que aporta el paisaje sonoro es de más corta data. Los denominados baños de bosque que se emplean como terapia no tendrían tales efectos si el paisaje sonoro no fuese coherente con el ambiente. Los efectos restauradores de la inmersión multisensorial en este tipo de ambientes alcanzan dimensiones psico-emocionales, cognitivas y físicas, entre los que se encuentran la recuperación frente al estrés, favorecer la tranquilidad, el procesamiento de emociones, mayor conectividad neuronal, incremento de la concentración, alcanzar etapas profundas del sueño, entre otros . 

Bajo ciertas circunstancias, los efectos restauradores de la salud producidos en los ambientes con paisajes sonoros naturales pueden ser recreados en parques urbanos. Sin embargo, para que puedan generarse estos beneficios sobre la población en las ciudades deben cumplirse condiciones específicas[4], entre las que destacan el amplio predominio de cobertura de suelo y elementos naturales por sobre los artificiales, así como la percepción de sonidos naturales por sobre otros tipos de fuentes sonoras[5]. Estas consideraciones resultan clave de aplicar en los procesos de planificación del espacio público y la proyección de áreas verdes para incrementar la calidad de vida en las ciudades.
  

Figura 2: Evaluación de paisajes sonoros potencialmente restauradores de la salud en parques urbanos.[3]


Referencias

[1] ISO 12913-1:2014 - Acoustics -- Soundscape -- Part 1: Definition and conceptual framework.
[2] Kogan, P., Turra, B., Arenas, J. P., & Hinalaf, M. (2017). A comprehensive methodology for the multidimensional and synchronic data collecting in soundscape. Science of The Total Environment, 580, 1068-1077. Link
[3] Kogan, P. (2019). Beneficios para la Salud del Paisaje Sonoro en Áreas Verdes Urbanas. En M. G. Orozco & A. E. Gonzalez (Eds.), Ruido, Salud y Bienestar: Visión, análisis y perspectivas en Latinoamérica (pp. 59-74). Universidad de la República. Link
[4]
Kogan, P., Gale, T., Arenas, J. P., & Arias, C. (2021). Development and application of practical criteria for the recognition of potential Health Restoration Soundscapes (HeReS) in urban greenspaces. Science of The Total Environment, 793, 148541. Link
[5]
Kogan, P., Arenas, J. P., Bermejo, F., Hinalaf, M., & Turra, B. (2018). A Green Soundscape Index (GSI): The potential of assessing the perceived balance between natural sound and traffic noise. Science of The Total Environment, 642, 463-472. Link