Jugar en la calle

Gustavo Makrucz

viernes, 28 de junio de 2024  |   

“La historia del arte de edificar nos tiene alejados de la historia de los usos y las costumbres, la cronología de la vida de las formas nos mantiene separados de la cronología de las formas de vida”

(Virilio, 1993)

1.

En algún momento fueron las calles y las plazas donde vivía la memoria colectiva. Ambas les pertenecían a los habitantes de una ciudad. Paulatinamente, pasaron a manos de los automovilistas. Acá, allá, en todas partes, con diferencia de siglos, décadas, barrios, continentes.

No estoy hablando sólo de la calle de mi niñez, cuando en el barrio circulaban tres líneas de colectivos pero las aceras y las veredas eran de los niños, a como diera lugar. Hablo también de los ciudadanos; y el proceso comenzó hace más de cinco décadas.

Fundación Juanito @fundacion.juanito

2.

Un poco de historia
En el año 2014, me encontraba en pleno proceso de investigación de mi tesis doctoral en Salud Mental Comunitaria. En la tesis, intentaba analizar las relaciones entre lo público y lo privado a partir de las transformaciones del espacio público urbano de los habitantes de los barrios de Saavedra, Villa Urquiza y Coghlan durante el período 1970-1985. El propósito era poner en valor una trilogía conformada por las prácticas vecinales, el juego y el barrio, abordando las vivencias, experiencias y relaciones afectivas. Relevaba el uso y la metamorfosis de esos espacios a través del despliegue de juegos callejeros de niños y adolescentes. La hipótesis principal era que la denominada sensación de inseguridad se encontraba en un enclave más amplio, derivado de las transformaciones de los modos en que los habitantes de una ciudad se apropian del espacio público urbano.

En el marco dictatorial 1976-1983, la fallida construcción de la Autopista Central 3 (AU3), hiere el tejido social y vecinal, la cicatriz geográfica se cierra después de muchos años por la dinámica urbana, pero no sucede lo mismo con el dilatado impacto de sus consecuencias (temor, individualismo, salida de los niños de las calles, entre otras). La Sociedad Central de Arquitectos, casi en soledad, manifiesta una posición contraria al proyecto que incluía expropiaciones y demoliciones desde la Avenida General Paz hasta Puente Alsina. Los barrios referenciados fueron los primeros en padecer esa locura. La entidad emite dos comunicaciones, julio y agosto de 1977, una carta a la Junta Militar de Gobierno, otra al intendente municipal Osvaldo Cacciatore, luego de efectuar cuestionarios a especialistas y funcionarios de reparticiones oficiales, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UBA) y otras entidades profesionales. La mayoría de las respuestas son desfavorables a la AU3. Además, un estudio de la región metropolitana de 1972 recomienda la extensión del subte y la red ferroviaria. El proyecto se contrapone al principio urbanístico de desalentar el desarrollo de transportes masivos en desmedro del automóvil.

El Centro Argentino de Ingenieros y la Sociedad Argentina de Planificación también se manifiestan en contra durante el mismo año. Además de señalar la cantidad de dinero involucrado, proponen otras soluciones, como la de disponer de mayores espacios recreativos y deportivos, establecimientos educativos y soluciones habitacionales, entre otras. Podemos sintetizar que se hacen eco de la postura de Mumford (1979) cuando expresa que: “la idea de que los automóviles privados pueden sustituir al transporte en masa debería ser fomentada sólo por aquellos que desean ver desaparecer la ciudad misma y con ella la compleja, multifacética civilización que la ciudad hace posible” (p.182). Un entrevistado, convocado para el trabajo de campo, esquematiza el periodo investigado: “tanto la dictadura como la autopista hicieron que la vida cotidiana y social se retraiga”, explica: “ya sea por miedo a estar en la calle, por los nuevos caminos que se hacían para delimitar recorridos (menos impregnados de miedo), o por el mismo sentimiento de desolación propio de la demolición y ocupación posterior” (p.202).

La comunidad vecinal al día de hoy
En febrero de 2014 tiene lugar un acontecimiento denominado “veredazo”, en el barrio de Florida, partido de Vicente López. Decenas de familias, entre ellas la de Juan Carr, fundador de Red Solidaria, enfrentan el miedo tras una seguidilla de hechos delictivos. Lo hacen del mejor modo, en la vereda, con las puertas abiertas de sus casas. Niños jugando, gente pintando junto el artista Milo Lockett, cientos de vecinos entramados en una multiplicidad de encuentros de pasiones alegres, sin protesta alguna. Un dúo musical, Vecina, se suma a cantar cuando anochece. También se homenajea a los bomberos y rescatistas que perdieron la vida en el incendio/derrumbe del depósito de Iron Mountain ocurrido días atrás, por esto se bautiza la esquina de Warnes y Las Heras (epicentro del encuentro vecinal) como “Bomberos Argentinos”. Además, se juntan donaciones para asistir a los damnificados por las inundaciones en la provincia de San Juan, episodio que data del mismo mes.

No hubo que modificar nada en cuanto a la métrica de calles, calzadas y veredas, excepto su uso, el modo en que los habitantes se apropian del espacio. ¿Cómo se produce el espacio social? ¿Cómo comprenden sus diversos usos los diferentes habitantes? A la supuesta función de una arteria no escapa la dimensión afectiva que la interviene, de uno u otro modo, incluso con estrategias inéditas e insospechadas. La circulación de autos, en este caso, se abstiene del sentido privilegiado en la función, pero devienen otros. Es eso lo que permite analizar la situación. Es el orden del espacio lo que se altera, no su volumen, “la función de un espacio, en arquitectura, no es más que una asignación momentánea” (Virilio, 1993, p.145).

En el mismo mes del mismo año, esta vez en el barrio de Flores, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los vecinos cortan una calle, también motivados por repetidos hechos de inseguridad. La calle Manco Cápac, a metros del cementerio, es una vía de acceso rápido a la villa del Bajo Flores o a la autopista Perito Moreno, un punto de fuga para los delincuentes. Un hecho violento insta a los vecinos a organizarse, aunque en dirección contraria al acontecimiento narrado en el párrafo precedente. Hacen un piquete con barriles de doscientos litros para impedir la huida hacia zonas adonde no se los pudiera perseguir. Suman esta medida a otras estrategias elusivas que ya habían instalado, iluminación y un sistema de alarmas.

En ambas situaciones, los límites entre lo privado y lo público están suspendidos. Lo mismo ocurre con la función predominante, dos modos de habitar los espacios confluyen. Se estrían las calles con finalidades iguales y distintas, para que no circulen los móviles. Alterada esa función, las soluciones van en sentido inverso. En la primera predomina la visión abierta a la ciudad, la participación, no se impone lo individual, no se renuncia a lo común sino que se actúa para salvaguardarlo. Las puertas de las propiedades permanecen abiertas aunque no por esto se desatiende la propiedad. En la segunda, por el contrario, todo parece ceñirse sobre sí mismo, blindarse ante el miedo. Ambas posturas se asemejan en sus objetivos, defender la vida y la propiedad. Es probable que ambas sean razonables pero implican diferentes costos y detrimentos (Deleuze y Guattari, 1999).

Quizás, en un futuro no tan lejano, la vida cotidiana en las veredas, lo intangible, engrosará las filas del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, en igualdad de condiciones que las danzas, artesanías, costumbres y prácticas en espacios ancestrales, entre otras. Así y todo, aún los usos, las interacciones y las circunstancias que atraviesan las veredas son infinitos. Los seres humanos somos demasiado complejos cuando nos cruzamos con otros. ¿Qué otras planificaciones se vuelven indispensables para poder jugar en los espacios públicos (como niños) junto a los niños?

3.

En este mundo no hay lugar
para el que quiera jugar
parecen niños serios que lloran porque vieron
Que el mundo no es la masa con la que juegan en casa. 

Los Espíritus, 2023

¿Qué se pierde con tanta digitalización de la experiencia en tantos individuos abroquelados absortos en el máximo funcionalismo? “Lo que está y no se usa nos fulminará”, nos advierte Invisible (1973).

Lo podemos resumir en los términos en que lo expresa el filósofo Eugen Fink (1966) para quien el juego compone la apertura lúdica de la existencia humana hacia el fundamento de todo lo ente y se experimenta la vivencia del ser con las cosas. El hombre abre su ser hacia lo otro, experimenta la vivencia de ser con las cosas así como la capacidad de un “asombro abismante” (p.3) cuando tiene lugar en la niñez, cuando el mundo es un “resplandor fresco” (p.3). Conjetura Fink (1966) que, cuando filósofos y poetas aprehendan el poder y significado del juego, se recordará la recomendación de los evangelios que manifiestan que no entraremos a los cielos si no somos como niños.

4.

La participación es el eje fundamental de la salud mental comunitaria porque interviene directamente en el tejido de los lazos sociales constantemente mediados por naturalizaciones y lugares comunes donde "si el tejido está roto, hay que urdirlo”, "si los lazos se desintegraron, hay que reconstruirlos". Entonces, ¿cómo optimizar la calidad de vida de los habitantes de una ciudad? Disociando el miedo de habitar los espacios públicos es una respuesta posible. En los últimos años se organizan eventos callejeros en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), se trata de la promoción de encuentros lúdicos que consisten en un vasto conjunto de acciones, intercambios y problemáticas. La pandemia posibilitó, paradójicamente, el regreso a las plazas. De repente, con y sin tapabocas, se llenaron de niños, adultos y ancianos que se acercaron con variados pretextos: festejos de cumpleaños, eventos y clases, entre otras excusas. Algo cambió a partir de una situación angustiante, y algunas de esas manifestaciones aún permanecen.

La Fundación Juanito, es una organización dedicada a la promoción de la infancia y la adolescencia en situación de vulnerabilidad. El primer viernes de cada mes, en el barrio de Colegiales, salen a jugar y se corta la calle para la ocasión. Asimismo, celebran una fiesta comunitaria de participación ciudadana en el mes de mayo, la Kermese solidaria anual; en esa ocasión abren las puertas de la institución, salen a la calle, y esa sinergia involucra repercusiones impensadas. Para Gilda Podestá y Lorena Naveira, directoras de la fundación, es “una posibilidad de encontrarse en las calles de otros modos, un encuentro que los haga menos desiguales” (comunicación personal, 31 de mayo de 2024).


Actividades en la calle organizadas por la Fundación Juanito

La acción de Jugar en la calle está incluida en el Proyecto La Ciudad de las Niñas y los Niños – Red Argentina, creado por el pedagogo italiano Francesco Tonucci. Tal como aseguran Podestá y Naveira “los adultos hemos mediatizado todas las situaciones de juego y los niños quedan en una situación de descuido, intentamos una recuperación de un ambiente y de un espacio transicional en el lenguaje supremo de ellos: el juego”. Tras una ardua tarea junto a la red referida y organismos del sector, se realizó una convocatoria a colegios y la calle surgió como una posibilidad, “de donde provienen los niños no se juega en la calle, salir a jugar era salir a jugar al patio de casa, no a la calle o a la plaza”, amplían las responsables: “nuestros pibes muchas veces anduvieron a la deriva, entonces tienen que estar acompañados, han vivido situaciones complejas en su entorno familiar y la ciudad les resulta amenazante”.

Recién desde el año pasado, con todo ese entramado previo, decidieron salir a jugar una tarde al mes. La Red Argentina trabajaba en la misma dirección: “salimos con permiso comunal, no invadimos la calle, pagamos un seguro que nos exigen y les avisamos a los vecinos. tratamos de ser cuidadosos en el habitar la ciudad, enlazando con el otro”, y agregan la referentes: “salir a jugar es una pausa en una ciudad muy vertiginosa”. De a poco empiezan a aparecer adultos, “la señora de la cooperadora de un colegio viene a tomar mate con otras personas, algo se despertó a nivel comunitario, aparece un plus que aún estamos tratando de identificar.”


Actividades en la calle organizadas por la Fundación Juanito

Jugar en la calle es jugar en la calle, los adultos no coordinan los juegos, “aunque de repente podés terminar disfrazado, o sostenerles una soga para que salten”. Respecto a los asistentes, Podestá y Naveira expresan: “los mismos pibes empezaron a invitar a sus compañeros de escuela, también vienen a jugar otros que ya pasaron por la Fundación. En la calle construyen algo diferente”, amplían: “Amenábar no es una calle donde se juegue, pero esa vez al mes hay un permitido”. Cuentan: “a veces chicos de otras escuelas, que no fueron convocadas, pasan de casualidad y se quedan jugando, esa es la maravilla”.

Algo similar a lo que narran las directoras me ocurrió un viernes de abril de este año, cruzando el Puente de Jorge Newbery, mientras buscaba un bar tranquilo para leer y trabajar. Ya conocía la Kermese, pero esa tarde quedé estupefacto cuando los vi jugar en la calle.

Observo que algunas motos no se detienen, como si no pudieran imaginarse esa pausa. Por mi parte, reconozco las insistencias de adulto por seguir jugando, como insisten algunos niños en jugar a la pelota cruzando avenidas, los he visto en este mes de mayo, tanto en la Avenida Córdoba como en la Avenida Cabildo, acompañados de adultos, tal vez yendo o volviendo de algún club, por la senda peatonal, con el semáforo en verde.

 


Referencias

Berman, M. (2010). Todo lo sólido se desvanece para siempre. México: Siglo XXI Disponible aquí Última consulta: 1/7/2018
Deleuze, G. y Guattari, F. (1999). Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. Valencia: Pre-Textos.
Fink, E. (1966). Oasis de la felicidad. Pensamientos para una ontología del juego. México: Instituto de Investigaciones Filosóficas
Galende E, y Ardila S. (2011). El concepto de comunidad en la salud mental comunitaria. Revista Salud Mental y Comunidad. Año 1. N°1. Remedios de Escalada: Ediciones de la UNLa
Invisible. (1973). Elementales leches. En: Invisible. [Disco Vinilo]. Buenos Aires: Talent. Micro
Los Espíritus (2023). En este mundo no hay lugar. En: La Montaña [CD – Disco Vinilo]. Buenos Aires: Alto Valle.
Makrucz, G. (2024). Juegos y Miedos callejeros. Transformaciones en el uso de los espacios públicos urbanos. Editorial UNLa. Colección Doctorado en Salud Mental Comunitaria. 226 páginas.
Mumford, L. (1979): La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. Buenos Aires: Infinito, 1979. Disponible aquí Última consulta: 23/07/2018
Pergolis, JC. (2005). Ciudad fragmentada. Centro de estudios de la Sociedad Central de Arquitectos, Buenos Aires.
Sociedad Central de Arquitectos. (1977 b) [Carta a la Junta Militar de Gobierno]. Buenos Aires: Archivo Sociedad Central de Arquitectos.
Sociedad Central de Arquitectos. (1977) [Carta al intendente de la Ciudad, Osvaldo Cacciatore respecto de la AU3]. Buenos Aires: Archivo Sociedad Central de Arquitectos.
Tonucci, F. (2007), La ciudad de los niños: un modo nuevo de pensar la ciudad. Buenos Aires: Losada.
UNESCO, (2003). Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Disponible aquí Última consulta: 23/07/2018