Mixtura | Madera y hormigón
Alberto Baulina
Existe una tradición constructiva de mixtura entre la vía seca y la húmeda que ha dependido de factores diversos y poco controlados industrialmente. No obstante, al ejecutarse estas obras de grandes espesores y excesos de material barato, pudieron resistir bien el paso del tiempo, llegando hasta nuestros días incluso como piezas patrimoniales.
Son habituales muchas construcciones medievales de muros que se ejecutaban mediante armazones de madera y relleno de mampostería. Las distintas variaciones de la configuración de los entramados, las escuadrías de madera, así como el material de relleno, han dado paso a denominaciones diversas: colombage en Francia, casa baraccata en Italia, etc.
A partir de la industrialización del acero y la madera por un lado y del hormigón por otro, se estableció una creciente lejanía de ambos modos constructivos: la vía seca y la húmeda.
Sus resultados fueron estableciendo una taxativa separación que va desde el montaje veloz (que condiciona el proyecto mediante concertaciones dimensionales) a una construcción artesanal más afín al “sabio juego de los volúmenes bajo la luz”, nítidas distancias entre un universo miesiano y otro corbuseriano (de un lado los paradigmas Farnsworth y las Case Study Houses y del otro nuestra Curutchet, el Guggemheim o la Tourette), contemporáneos aunque distintos por su matriz de dispositivos y lógicas proyectuales de montaje o por una construcción artesanal.
En nuestro medio existen construcciones antiguas de entramados de madera y a veces de acero con rellenos ladrilleros. Muchas construcciones rurales aun en pie atestiguan estos cruces de vías que son parte importante de nuestro entorno.
En Argentina, con la irrupción del concreto armado, las vías secas cedieron lugar al ser superadas en una de sus condiciones más importantes: la continuidad estructural además de un costo inferior. Hoy sería difícil entender la rigidez de un edificio en altura sin sus estructuras que permiten indeformabilidad frente a esfuerzos dinámicos de resonancias de cargas dinámicas a viento y sismos.
Lógicamente la construcción masiva por vía húmeda depende de procesos y tiempos más largos y por lo tanto con mayores costos financieros (no necesariamente presupuestarios).
No obstante, estas vías están en una fase de acercamiento por diversas razones que parten de las ventajas de cada uno, con debilidades resueltas por su antagonista.
La vía húmeda/tradicional parte de una forma de entender el proyecto como construcción de volúmenes huecos que dependen de materiales aglomerados y apilados. Generalmente está muy difundida en regiones de mucho recurso material (suelos, piedras, etc.) como el ladrillo y el hormigón.
Su gran difusión se debe también a la informalidad en los procesos de producción que escapan controles tributarios o laborales: obviamente que el popular ladrillo y, últimamente, el redescubierto suelo cemento se entienden entre muchas variables a partir de estos fenómenos brumosos, si bien permiten performances de prolongadas vidas útiles al resistir decorosamente la degradación, oxidación y control del fuego.
Aunque se ha avanzado en diferentes protecciones ignífugas y tratamientos contra la corrosión, lentamente se va incorporando la vía seca del framing a la construcción de vivienda y equipamientos.
Una de las ventajas del montaje seco es la disminución del tiempo de obra y la menor dependencia de mano de obra experta: ya no son tan necesarios los artesanos que modelen, revoquen, ejecuten adornos y molduras complejas. Las arquitecturas de la vía seca ponen el acento compositivo y estético en la expresión de sus pieles tensas o en la articulación volumétrica con componentes de matriz lineal o planar.
En la arquitectura por vía húmeda la impronta de las artesanías ha sido casi inevitable y sus espesores presentan desde siempre oportunidades expresivas de fuerte vibración lumínica.
Sucede que lentamente la mano de obra calificada ha abandonado la obra artesanal por diferentes motivos, entre los que se encuentra la economía: nadie estaría dispuesto a esperar el tiempo necesario de realización de arquitecturas recargadas, menos pagar sus artesonados. Hoy ya casi han desaparecido los gremios de albañiles que podían ejecutar un complejo entablamento, estucados a la plancha, etc… que no vamos a creer que primero se derivó hacia la abstracción euclidiana y después se llegó a una baja de la mano de obra especializada. Muy por el contrario, el ajuste presupuestario de la arquitectura fue lentamente expulsando a frentistas y artistas capaces de elaborar verdaderas obras maestras (acroterios, metopas, urnas, etc.) en edificios de diferentes escalas y programas. La heroicidad de la arquitectura moderna también tiene un trasfondo de conquista sobre territorio ya deshabitado.
Estas condiciones facilitaron la aceptación de sistemas constructivos menos cuidados o, si se quiere, dependientes de oficios ya crepusculares.
Por otra parte, sería algo ingenuo pensar en dos mundos sin comunicación ni cruces. Las mixturas siempre han existido. Lo que se intenta subrayar en estas líneas es una cierta articulación entre sistemas de matriz seca con una creciente incorporación de componentes de vía húmeda, casi el reverso de lo que se dio durante mucho tiempo cuando los edificios masivos iban incorporando lentamente envigados (de madera o de acero) para resolver planos horizontales de entrepisos soportados por bóvedas de cañón corrido.
Mientras se crecía en escala y altura los sistemas constructivos decantaron en entramados y fueron requiriendo una masa que pudiera absorber los puentes sonoros entre locales al mismo tiempo que dar mayor resistencia al fuego.
Se fueron perfeccionando y si bien en sus orígenes se trataba de paneles de chapa conformada que soportaban un hormigón de relleno y masa muerta, evolucionaron hacia una función estructural de plano de tracción. Efectivamente, la delgada chapa de éstos pudo colaborar e incluso resistir totalmente la tracción, sin riesgos de pandeo en las capas delgadas del plano de compresión. Una estructura de acero y en un futuro cercano también de madera (en altura, programas multifamiliares o terciarios de renta) deberá incorporar el hormigón.
Experiencias, ensayos y casos de estudio
Para que la mixtura con derivas estructurales se constituya en un sistema articulado se requiere de un abrochado entre soporte por vía seca y placa en hormigón. Este abrochado es un conjunto de piezas que traspasan la capa de concreto, neutralizan el desplazamiento del hormigón sobre el encofrado (deck), anclando ambos modos constructivos.
De igual manera se han empezado a ensayar mixturas en entarimados de madera, aprovechando los atributos de este material. En estos casos se realiza el abrochado mediante elementos que en lugar de soldarse a su base metálica (como los conocidos pernos Nelson en los steel framings) se los clava o atornilla.
La incorporación de la madera integrada con la vía húmeda resulta en una mixtura que presenta aperturas muy interesantes: efectivamente la madera, tanto la maciza como la industrializada, es el único material renovable (más específicamente, reproducible) y dentro de sus cualidades cuenta con un reducido peso específico casi excepcional (4 veces inferior al hormigón y 10 al acero) con una notable resistencia en relación a su masa. Como contrapartida cuenta con las debilidades ya señaladas de la formación de puentes sonoros y su facilidad en propagar el fuego disminuido de alguna manera en la mixtura.
Además se debe tener en cuenta la deformación plástica al ser sometida a cargas permanentes. Es así que al relacionarla con la gran rigidez (bajo módulo de elasticidad) del hormigón compensa esas “penalizaciones” aportándole un comportamiento reológico más confiable, menos elástico (que sin la asistencia del concreto se vuelve plástico).
Las primeras experiencias realizadas no tuvieron este cometido estructural sino un rescate de unas técnicas de montaje que además de sus bondades estéticas como en todos los casos donde está presente el ladrillo, permitieran bajar costos y tiempos de obra, adecuándolas como plano de soporte de una cubierta plana. En un caso temprano se ha ensayado dicho entarimado en construcción masiva de ladrillo de doble tabique vertical a la manera de un cavity wall (doble muro con cámara ventilada) y una cubierta inclinada invertida de buenos resultados térmicos.
Una vez ajustado (y rescatado) el oficio constructivo de estos entramados se ha ensayado la articulación entre entarimado de vigas con una delgada carpeta de hormigón que antes servía de plano de soporte de cubierta, transformándola en una auténtica capa de compresión, vinculándose a un "cactus" de tirafondos que pudieran neutralizar el corte axial, presentándose como sistema homogéneo que cubre luces mayores con menor sección de madera, ubicada ya sí completamente en el plano traccionado.
En dichos ensayos se emplearon vigas de pino sobre las que se clavaron alfajías para soporte de ladrillos a junta seca como encofrado perdido y terminación de cielorraso. Esta cohesión entre dos materiales distintos parte de un principio similar al del Steel framing (o Losacero).
Últimamente dicha función se ha venido confiando a los citados tirafondos de gran formato (18 cm) atornillados en los encuentros entre alfajías y vigas, dejando descubierta la cabeza de los mismos 40 mm (la capa de compresión tiene 50). Los restantes 140 mm se introdujeron en el espesor de ambas piezas de madera.
En estos entarimados mixtos (acero o madera), las secciones de vigas se reducen al actuar el conjunto como un sistema integrado y alivianado. La cohesión entre placa de hormigón y tirafondos se encomienda a una malla como en toda losa.
Los resultados son promisorios por su facilidad constructiva, disminución de costos y buenas performances, por su menor peso transmitido a fundaciones y su mayor resistencia térmica.
Se destaca finalmente la amabilidad, el clima amigable entre dispositivo técnico y respuesta estética.