Materia y técnica
Viviana Pozzoli
Un mundo cada vez más consciente de su realidad, demanda soluciones que integren en ella valores en función a los cuestionamientos de nuestro modo de habitar de hoy.
Desde la arquitectura, intentamos reflejar el deseo de coherencia y búsqueda de soluciones a estos cuestionamientos. Entendiendo que en gran medida hablar de arquitectura es ineludiblemente hablar de construcción, de los procesos constructivos, de las técnicas y en esencia de la materia, vemos la oportunidad de encauzar el proceso de re-conceptualización del espacio por medio de acuerdos entre lenguaje técnico y de la percepción multisensorial de la materia, alianza que promueve el cambio de ideales predominantemente formales/visuales promovidos por la modernidad, a una valoración de experiencias con todos los sentidos.
Tratamos de dejar atrás la idea de presente perpetuo, perfecto, inmóvil y sin edad, porque se aleja de la realidad. Esta arquitectura relacionada a la modernidad es la que denotamos como una arquitectura que trata de detener el tiempo que no envejece y por consecuencia carece de memoria.
Nos acercamos a la idea de una arquitectura multisensorial, que ha redescubierto su interés por la irregularidad, la profundidad, la pátina y la transformación de la materia con el paso del tiempo. Hay un cambio perceptivo, que da cabida a una arquitectura capaz de acoger de manera positiva los valores del paso del tiempo, de cargarse de sus cualidades, huellas que pueden ser señales del propio envejecimiento de los materiales, del uso y de vida. Reconocimiento del manifiesto de un mundo cambiante y dinámico que no es más que el reflejo de nuestra condición existencial real.
Para lograr esta arquitectura de todos los sentidos vemos la necesidad de realizar un análisis desde el punto de partida de su conformación.
Sabiendo que toda construcción supone siempre la construcción con un material; la materia como inicio: sustancia que yace en la naturaleza desprovista de toda intención. Corresponde al hombre valorizar estos elementos todavía amorfos, reconocerlos, dotarles de sentido, y poder transformarlos. Transformaciones que entendemos como las técnicas que nos permiten manipularla y así poder construir con ella. Por lo tanto, sólo si el arquitecto conoce realmente sus atributos físicos y todos los recursos y posibilidades que existen para dominarla, será capaz de aprovecharla para que contribuyan en la creación de esta tan anhelada arquitectura de experiencia multisensorial.
Es en ese proceso donde se revela la capacidad del constructor, que logra dominar la materia a través de esa técnica que el mismo ideó. Entonces, ¿por qué ocultarla? ¿Por qué ocultar a los ojos de nadie el trabajo laborioso y genial detrás de ese muro, de ese techo o de ese piso? ¿Acaso no nos gusta apreciar los detalles minuciosos de una obra de arte, de una escultura o de una pintura? Detalles que sabemos nos revelan la sensibilidad del creador y su capacidad técnica.
Es entonces que, dejando la materia al descubierto, de la manera más honesta posible, a través de técnicas y procesos constructivos apropiados, podremos nutrir la experiencia de los espacios, estimulando nuestros sentidos con la información del lenguaje de los materiales y todo el proceso que ha conllevado manipularlos hasta construir el proyecto en su totalidad. Es la materia, a través de estos procesos, la que nos permite hablar de la técnica, la forma, y finalmente la estética de la arquitectura.
Y vamos creando con ella un lenguaje que transmuta nuestros deseos e intenciones a la realidad, y que nos permite dotar de nuevos sentidos a nuestras experiencias en el habitar.