Enseñar arquitectura en Argentina
Daniel Silberfaden
Enseñar Arquitectura es formar una disciplina mental y no enseñar recetas, de modo tal que ese futuro profesional sabrá dar respuesta al problema constructivo, compositivo o de ordenamiento.
Ineludible preocupación de las Facultades de Arquitectura Argentinas, públicas y privadas. En la práctica cotidiana, nuestro egresado será un nuevo profesional, sin intermediar prácticamente nada, salvo cuestiones formales como terminar un trámite ante el Ministerio de Educación, inscribirse en el Colegio o Consejo (donde vaya a realizar su práctica profesional), sencillo. Para nuestro sistema y para algunos otros en el mundo, todos los estudiantes, cualquiera fuere su rendimiento, cualquiera fuese su escuela, llegará bajo las mismas condiciones a ejercer plenamente su profesión, una nueva línea de partida y sin importar su real conocimiento o mérito académico. Los Consejos y los Colegios los matricularán y luego fiscalizarán su “comportamiento profesional y entre pares”, la responsabilidad por el accionar en la aplicación de lo aprendido será exclusiva del egresado, convertido inmediatamente en profesional capaz, por sí mismo, de saber vencer la ley de gravedad.
¿Por qué comenzar por aquí? ¿Y no en dar respuesta a la pregunta de cómo debemos formar estudiantes de Arquitectura? Porque al final de ese camino universitario estará el cartel con un aviso: ¡Arreglátelas!
Vale recordar a Donald Schön, un analista crítico de los procesos de enseñanza de profesionales que se insertarán en un mundo complejo; Schön toma como modelo de formación el taller de diseño de las escuelas de arquitectura. Destaca así el aprendizaje basado en el “saber hacer”, en el que priman dificultades similares a las que se enfrentara el futuro graduado, cuestionando de este modo la enseñanza tradicional que prioriza el saber teórico separado de la práctica.
Dos mundos vinculados, el del Oficio y el Académico estructuran el aprendizaje de la Arquitectura. Quienes diseñamos un Syllabus predeterminamos cuánta técnica y cuánta teoría estimamos óptimo y necesario. Dónde colocar el acento parece ser el desafío. Es decir quien enseña no puede ni debe olvidar que nuestro estudiante aprenderá básicamente a proyectar y a construir independientemente a si ha pensado, por ejemplo, dedicarse exclusivamente a enseñar, investigar o a escribir. El sistema establecido no lo diferencia, aún en el conocimiento que solo un 27% del profesional arquitecto en la Ciudad de Buenos Aires se dedicará al ejercicio profesional más tradicional, el del Proyecto y Dirección de Obra. “Debemos diferenciar el reproducir el ejercicio de la profesión y enseñar la profesión, se entiende que la universidad provee de instrumentos para un ejercicio futuro y no por ello dicho ejercicio pueda o deba constituirse en modelo pedagógico." (A. Sato)
Como ámbito de enseñanza la Facultad deberá proporcionar a los que quieran ejercer la arquitectura una base sólida de conocimiento, construido de manera creativa, sistemática y mediante verificaciones permanentes y específicas para este fin. Enseñar Arquitectura será entonces llevar a cabo experiencias, formar una disciplina mental con métodos creativos, (ser creativos es una necesidad de supervivencia) y no recetas, de modo tal que ese futuro profesional sabrá dar respuesta general al problema constructivo, compositivo o de ordenamiento cualquiera fuera su escala o tipo.
Ordenar y preparar la mente para encontrar una respuesta a un problema o una nueva respuesta a un nuevo problema (creatividad) y si no podemos con ella, saber en qué lugar de la Biblioteca podemos encontrarla.
Fotografía Martín Aller Instagram @martin.aller Mail martinaller23@gmail.com