Microcentro residencial
Lilén Serena Sandoval Lahitte
Los desafíos de una transformación ambiciosa.
Plantearse qué hacer con el microcentro es imposible sin respondernos algunas preguntas previas. ¿Es posible cambiar el imaginario colectivo del microcentro porteño? ¿Cómo podemos promover interés genuino en la población para vivir ahí? ¿Qué medidas pueden fomentar esta búsqueda hacia la reconversión? Y, como urbanistas, es importante que también nos preguntemos por qué la mayoría de la sociedad no elige vivir ahí.
El trabajo para transformar esta zona es absolutamente necesario que sea integral y transversal en muchos aspectos. Los esfuerzos que viene haciendo el Estado para fomentar la vivienda en el microcentro son principalmente incentivos económicos cuando no es únicamente un tema económico lo que evita que más personas vivan ahí.
La ley del Plan Urbano Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires (2008) plantea dentro de sus objetivos la búsqueda de una ciudad policéntrica, haciendo foco en la relevancia del área central del microcentro y el impulso de los subcentros urbanos barriales con identidad propia. A su vez, y como consecuencia de la pandemia del 2020, se está trabajando en la idea de la ciudad de 15 minutos o ciudad de cercanía, que también tiene como objetivo el impulso de estos subcentros urbanos de escala barrial y una mejora en la distribución y acceso a las necesidades básicas y servicios urbanos para el desarrollo de la vida cotidiana.
En esta búsqueda de revitalizar y densificar de manera equilibrada el microcentro porteño, es interesante cómo este análisis lo tenemos que realizar a la inversa que para el resto de la ciudad. El foco cambia, y en vez de llevar un poco de la centralidad del microcentro a los barrios residenciales, tenemos que traer un poco de barrialidad de los subcentros al microcentro.
Entendemos que el microcentro actualmente se encuentra bien abastecido del sistema de transporte, de equipamientos urbanos, de actividades culturales y gastronómicas y de oferta laboral, pero desde el desarrollo urbano de la ciudad tenemos que trabajar muy profundamente en la mejora de la percepción del espacio público, en la iluminación, la seguridad, el reverdecimiento y el incentivo a mejorar la oferta y diversidad de comercios de cercanía y su extensión horaria por fuera de los horarios de oficina.
Como sociedad, tenemos en nuestro imaginario que vivir en el microcentro es muy difícil. Sin embargo, actualmente hay gente que elige vivir en esta zona[1] de la ciudad por sus atributos positivos, pero se encuentra invisibilizada respecto al muy predominante uso de oficinas. Es esencial que busquemos transmitir eficientemente esas virtudes para poder generar interés genuino en arraigarse en la zona.
Asimismo, existe una disparidad entre la expectativa de vivienda familiar actual con la tipología de vivienda que puede ofrecer el microcentro, ya que se encuentra consolidado, y buscamos reutilizar las estructuras existentes. Es una realidad a tener en cuenta que el microcentro no va a dar respuesta a todo el mundo, como por ejemplo a las familias numerosas o a quienes priorizan las expansiones como patios o grandes balcones, y es probable que tengamos que adecuar esa oferta a públicos específicos para que la propuesta funcione.
Dicho de otra manera: el microcentro no va a generar un número importante de oferta de vivienda nueva y la producción de vivienda va a estar enfocada en la refacción, la remodelación y el reciclaje de los edificios existentes. En la arquitectura del microcentro existe un potencial invaluable para el desarrollo de diversas tipologías de habitar. El gran porcentaje de edificios antiguos, históricos y con valor patrimonial pueden proponer una forma de vida de ambientes amplios que no suele darse en la vivienda nueva. Esta oportunidad de producción de vivienda desde la remodelación puede estar dirigida a las PyME y pequeños estudios que no tienen su modelo de negocio basado en el desarrollo de grandes emprendimientos urbanos.
Es importante que estos esfuerzos en revalorizar lo existente tengan como objetivo mejorar la calidad de vida de los nuevos residentes con incentivos al desarrollo de los espacios comunes de esparcimiento (amenities), terrazas accesibles, apertura de los centros libres de manzana, creación de suelo absorbente y mejora en la aislación térmica y sonora de las fachadas (renovación de carpinterías), entre muchas otras posibilidades.
Sin embargo, sabemos que existen complejidades particulares a la hora de pensar estas remodelaciones que tienen que ver con el acompañamiento de los consorcios, los cambios de usos de los edificios y locales, la adecuación al Código Urbanístico y el de Edificación, procesos donde el Gobierno puede tener un rol facilitador. En definitiva, el éxito de este ambicioso programa estará en los esfuerzos compartidos entre el Gobierno, los comercios, las empresas y las personas que viven o tienen interés en vivir ahí para aprovechar y potenciar los atributos positivos que tiene el microcentro.
[1] Según el Censo 2010 la zona menos poblada de la Comuna 1 es la comprendida entre las Av. 9 de Julio, Av. Corrientes, Av. Leandro N. Alem/AV. Paseo Colón y Av. Belgrano con aproximadamente 7870 habitantes.