Piqueteras y albañilas construyendo el mundo que deseamos
Frente de Organizaciones en Lucha
En la ciudad de Fiske Menuco (General Roca), en Río Negro*, un grupo de mujeres y disidencias organizadas en el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) trabajan día a día deconstruyendo estereotipos de género y construyendo sin patrón.
El Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) comenzó a desarrollarse en el barrio Alta Barda de Fiske Menuco, en 2016. Se trata de un barrio ubicado al norte de la ciudad, a 15 km del centro, que crece desde hace más de treinta años a fuerza de recuperaciones de tierra. La urbanización precaria se evidencia en que el tendido de luz y gas no llega a todo el barrio y en que en gran medida carece de acceso por red a agua potable. La señal telefónica es mínima e inestable. Este escenario se asemeja a distintos barrios en los que la organización popular ancla sus proyectos y luchas cotidianas. Los fríos patagónicos se combaten con salamandras ardiendo de restos de madera y basura, y los calores del verano –y las pandemias– se atraviesan casi sin agua y, esta vez, con sequías. Todo esto a pocos kilómetros de pozos de fracking que, usando millones de litros de agua, extraen de las entrañas de la tierra gas y petróleo para alimentar a las grandes industrias y ciudades.
Fotos: Martín Álvarez Mullally
En este contexto de total precariedad nos proponemos un proyecto barrial y comunitario que reconstruya los lazos sociales y nos anime a encontrar nuestras potencias como sujetos históricos, a través de la autoorganización como parte de la clase trabajadora. Nos animamos a construir entre muchos/as la respuesta a las preguntas de ¿cómo queremos vivir? y ¿qué podemos hacer para construir en el día a día algo de ese proyecto? A la vez, reclamamos por trabajo con todos los derechos, por acceso a la salud pública, por una vida libre de violencias machistas. A lo largo de los años hemos organizado cuadrillas de albañilería, de limpieza y mantenimiento de espacios públicos, de carpintería, costura, conservas, reciclado, manualidades, de merenderos y comedores. También contamos con espacios de géneros, de formación política, de niñez e incluso incorporamos un espacio de acompañamiento jurídico con compañeros/as estudiantes de derecho de la Universidad Nacional del Comahue. La articulación con trabajadores del sistema público de salud, con compañeras/os coordinadoras/es de espacios de salud mental, escuelas y bibliotecas populares nos enseña que nuestro horizonte político es con otros/as, nunca aislados/as. De esta manera vamos construyendo redes y lazos de contención que buscan mejorar la calidad de vida de cada compañero/a y cada vecino/a desde la construcción en común (que implica el debate y las diferencias) y, por sobre todo, la solidaridad.
¡Alerta! Albañilas trabajando sin amo y sin patrón
Ya desde los inicios del FOL en Alta Barda detectamos la necesidad de construcción y refacción de viviendas en el barrio: decidimos formarnos en este oficio para poder aportar al derecho a una vivienda digna. Iniciamos con herramientas propias y prestadas refaccionando casas precarias que necesitaban una mejora habitacional.
Luego de mucho tiempo de no tener un lugar estable para la organización surgió en la asamblea la necesidad de construir un lugar propio. Brenda Parra, compañera albañila, relató en el corto documental: «en primera instancia estuvimos en casa de compañeros, de ahí nos retiramos, fuimos a alquilar, en muchos lugares estuvimos. Hasta que llegamos a una asamblea y charlamos entre todos los compañeros, decidimos no alquilar más y usar esa plata que se nos iba en alquiler, para poder construir nuestro salón. Mucho sacrificio para poder construir nuestro salón, nuestra casita del FOL». La compañera Natalia Chávez recuerda los primeros tiempos de la construcción: «en ese entonces no teníamos luz, teníamos que andar pidiendo. No teníamos agua, teníamos que ir a sacar a un canal. Nos costó –agrega–, los compañeros/as empezamos a pensar qué podíamos hacer para poder construir nuestro salón». «Ruka Nehuen», propuso Nancy Cofre, otra de las compañeras, en una asamblea en la que votamos el nombre. Todos/as asentimos: vivimos en un territorio ancestral mapuche.
Actualmente somos 27 compañeros/as (24 compañeras y 3 compañeros), que trabajamos en la ampliación de Ruka Nehuen, con proyecciones de poder añadir al espacio de merendero y comedor dos ambientes, tanto para desarrollar cuadrillas de trabajo textil como para depósito de mercadería, además de los baños y una cocina.
Un aspecto fundamental en nuestra forma de hacer es que concebimos y organizamos el trabajo sin patrones. La compañera Isabel Romero nos comentó al respecto que «trabajar sin patrón es algo muy bueno porque uno toma la responsabilidad de trabajar sin que nadie lo mande, sin estar esperando orden de nadie. Uno tiene que tener su responsabilidad y ver el rendimiento; que no tengamos patrón no significa que no hacemos nada (…) Participar en el proyecto del FOL para mí es algo bueno, significa mucho, porque una sale de casa y se junta con sus compañeras, comparte momentos muy lindos». Es en ese encuentro entre compañeros/as en los que no solo se definen las decisiones y orientaciones de la organización, sino que también se tejen otras formas de vincularnos como parte de una política del cuidado desde abajo, donde los saberes son compartidos y se transforman en potencia colectiva. En este sentido también nuestra compañera albañila Miriam nos dijo «está muy buena la posibilidad que tenemos de aprender a sacar medidas, pegar ladrillos, revocar, pesar. Cuesta mucho tener agua para trabajar, pero se sigue, se lucha y se logra».
En un marco de gran exclusión de los mercados formales de trabajo y respuestas insuficientes por parte del Estado, ponemos en juego la autogestión y la horizontalidad, mientras luchamos por un mundo más justo en el que trabajemos menos, trabajemos todos/as, produzcamos lo necesario y socialicemos todo.
Albañilas, con a
Cuando estrenamos el corto documental Albañilas, construyendo sin patrón el impacto mediático fue superior al que esperábamos: llegamos a medios regionales destacados y tuvimos una afectuosa devolución de la inmensa mayoría de las personas que lo vieron. Sin embargo, era infaltable que hubiera comentarios en Facebook en los que se destacara la gravedad del error lingüístico del título. La palabra albañilas resonó en parte por el histórico relato lingüista machista y misógino, promovido fuertemente en nuestra lengua por la RAE, que nos invisibiliza constantemente como sujetos políticos/as.
Pero la arena de la lingüística no es el único campo en el que el conservadurismo del sistema patriarcal y capitalista pretende dominarnos y subordinarnos. Ana López destacó la lucha colectiva que damos como mujeres albañilas en una sociedad con estereotipos de género machistas y patriarcales: «Yo aprendí a construir. Hoy el machismo está diciendo –y a mí me lo dijeron– ‘eso no es para vos’, y yo le dije bueno, eso ya es machismo. Yo sí lo puedo hacer, me considero una persona capacitada para hacerlo. No dependo de ningún hombre. Todo lo que aprendí fue entre mujeres, y todo se puede. Eso, para mí, es ser una mujer albañila. El tiempo de ahora es todo por igual, todo lo que puede hacer un hombre yo lo puedo hacer también». Miriam también nos habló en este sentido: «ser mujer albañil cuesta porque siempre hay algún machista que trata de hacerte sentir mal, hoy le estamos demostrando que sí podemos. Estamos a la altura de cualquier hombre albañil».
Muchas de las compañeras que nos organizamos en el FOL somos madres, abuelas e hijas responsables de crianzas y tareas de cuidado, pero también jefas de hogar, y generamos el ingreso principal de la casa. En este sentido, el FOL como herramienta de lucha por trabajo con todos los derechos y contra la precarización, enfrenta un mercado laboral cada día más vacío de oportunidades para los/as jóvenes, mujeres y disidencias.
Comunicación desde y para lo colectivo
El 5 de mayo de este año desde el Frente de Organizaciones en Lucha estrenamos Albañilas, construyendo sin patrón el corto documental que retrata el trabajo cotidiano de la cuadrilla de albañilería, compuesta en su mayoría por mujeres cis y disidencias, en el barrio Alta Barda, ciudad de Fiske Menuco, Río Negro. La producción audiovisual que realizamos en conjunto con Cartago TV recorrió varias provincias del país e incluso llegó a Ecuador, Bolivia y Alemania.
Producir contenidos desde y para nuestra organización es parte de la lucha por el reconocimiento de los sectores populares. La posibilidad de ser protagonistas, de ser representadas y contadas desde nuestras propias vivencias y relatos pretende construir una comunicación emancipadora que sea capaz de disputar sentidos instalados por los medios hegemónicos, que nos colocan siempre en el lugar de «vagos» y «planeros» cada vez que salimos a las calles a reclamar nuestros derechos.
La construcción de trabajos dignos en los barrios populares que hacemos desde nuestra organización es, entre otras cosas, lo que les falta contar a los medios que sostienen el statu quo. Frente a estos discursos no queda más que escuchar la voz de nuestras compañeras: «Yo acá no cobro un sueldo de arriba porque yo me lo gano trabajando como se lo ganan todos nuestros compañeros. Por eso, si nosotros salimos a luchar a la calle, la luchamos para nuestra organización y a la vez luchamos por los vecinos que tenemos alrededor, para tener agua, para tener luz, para ayudarlos con mercadería también», remarcó Natalia.
* La denominación Fiske Menuco corresponde a una propuesta de renombramiento de la ciudad de General Roca, Río Negro, como forma de reparación histórica por la campaña militar llamada la Conquista del Desierto.