El cambio cultural como camino hacia ciudades resilientes
Javier Bajer
¿Cuál es el principal cambio que las ciudades latinoamericanas deben realizar para tener ciudades más resilientes?
Cualquier intento de hacer una ciudad resiliente puede fracasar si los planes no incluyen una transformación cultural como eje principal. Ya hay demasiada evidencia que muestra cómo grandes proyectos urbanísticos, que en papel prometían cambios positivos para los habitantes de una ciudad, terminaron descartados o, peor aún, generando gastos presupuestarios sin poder mostrar resultados concretos.
El problema es que muchos diseños de ciudades ponen en un segundo (o tercer) plano los cambios necesarios en las conductas de quienes usarán una plaza, o un camino o un hospital, concentrándose en los aspectos urbanísticos estructurales, pues estos resultan más fáciles de representar en conversaciones con los líderes de estas ciudades.
La idiosincrasia latinoamericana requiere de un mayor foco en las conductas de las personas, si la intención es generar resiliencia en escala. Nuestra relación con las reglas de convivencia, nuestra percepción del otro, de lo que está mal y lo que está bien, es muy propia de nuestra cultura. Es por eso que es imprescindible que quienes diseñan ciudades incorporen en sus equipos, desde el principio de los proyectos, especialistas en conducta social con experiencia en economía de la conducta, para construir los diseños de forma tal que las conductas ciudadanas se vean apoyadas y reforzadas por los diseños más técnicos.
¿En qué medida la cultura estatal afecta la posibilidad de realizar cambios urbanos en el corto plazo en las ciudades?
Uno de los desafíos enormes que tienen las ciudades es el corto plazo que tienen los líderes para hacer una diferencia significativa. En América Latina, donde el poder político sobreimprime la agenda de los funcionarios de carrera, el oportunismo, la campaña o la visibilidad de algún proyecto en particular, interfieren de forma directa sobre la posibilidad de realizar cambios reales en las ciudades.
¿Cómo podríamos construir un urbanismo con un enfoque resiliente para la Ciudad de Buenos Aires y la Región Metropolitana?
Es interesante la pregunta, porque hoy existen agendas muy diferentes (muchas veces por razones obvias) entre las prioridades de CABA y AMBA. Para hablar de un urbanismo regional deberíamos anteponer la calidad de vida de los ciudadanos, por encima de las agendas políticas. Y eso requiere de mucha madurez y compromiso, no solo con los ciudadanos sino con el largo plazo de sus vidas.
Crearía un equipo que trascienda la política, obviamente apoyado por la misma, con una agenda de quince años. Desde ese lugar, sería posible construir un modelo sistémico y sustentable, diseñando soluciones de fondo (habitacionales, de transporte, de gestión de residuos, de seguridad, de acceso, de inclusión, de disfrute, etc) pensadas en todos los actores sociales por igual.
El lector desilusionado puede pensar que esto es una utopía y que las cosas nunca cambian. Yo estoy convencido de que podemos construir ciudades resilientes en América Latina, porque lo hemos hecho en distintas partes del mundo, en lugares donde nadie creía posible. Es solo una cuestión de animarse y desafiar los modelos tradicionales usados detrás de ciudades, que hoy sufren la falta de diseño coherente, desperdiciando muchas oportunidades y recursos, mientras implementan parches en sus intentos frustrados de desarrollar mayor resiliencia.