Equilibrar edificio y rentabilidad
Serenella Perreca
Nuestro recorrido
En Rsk llegamos a ocuparnos del gerenciamiento de obras a través de un proceso gradual, ya que a lo largo de los años de práctica profesional fuimos involucrándonos en el arco completo de cuestiones referidas a nuestro quehacer específico, que son los desarrollos inmobiliarios.
Como muchos colegas, arrancamos haciendo proyecto y dirección de obras para terceros, luego incorporamos la administración y construcción de los edificios por contrato separados y más adelante, en la búsqueda de ser generadores de nuestro trabajo y de encarar la profesión con criterios propios, nos convertimos en desarrollistas y comercializadores de nuestros emprendimientos.
Fueron años de batallas durísimas. Hicimos muchos metros cuadrados, y tuvimos algunos sinsabores y bastantes éxitos como empresarios del mercado inmobiliario; fue una travesía laboriosa en la que atravesamos incontables desventuras de toda índole. Pero, visto en perspectiva, fue probablemente lo que nos permitió conseguir un conocimiento profundo del tipo de proyecto que tenemos entre manos y de las variables que intervienen. De ese conocimiento y experiencia surge nuestro rol de gerenciadores de obras.
Definiciones
Buscando definiciones aparecen algunas ideas:
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Gerenciar significa dirigir y coordinar los recursos, controlar metas y objetivos;
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Es una función de liderazgo que implica tener una estrategia para abordar la complejidad, concentrando, planificando y distribuyendo todas las acciones a desarrollar en el ciclo de vida de un proyecto.
El recorrido me permite subrayar otros aspectos: no se trata únicamente de usar el sentido común —que indudablemente hace falta—, o de poner en práctica los tips del inevitable coaching —que eventualmente pueden ser útiles—, sino de aprender a trabajar con la tensión entre el objeto y el objetivo de un modo saludable, operando sobre los límites entre las variables involucradas.
Lograr hacer es desafiante, pero con algo de oficio probablemente se pueden pautar procedimientos eficientes y controlables, como en cualquier disciplina. Requiere conocimiento, método y esfuerzo, y se consigue empujando.
La verdadera clave implica más foco y requiere ser más perspicaz: hay que buscar entender. Con esto me refiero a tener claro el objetivo, comprender profundamente con qué y para qué se está trabajando, moviéndose del modo más sutil posible entre flexibilidad y rigidez. Se requiere liderazgo.
Ser arquitecto/a y gerente de obras
Se puede gerenciar cualquier tipo de proyecto; nosotros hacemos edificios y somos arquitectos y arquitectas. No hay que perder esto de vista, porque permite estar en contacto con lo que es importante aportar desde ese saber, sosteniendo la mirada particular que podemos desplegar como profesionales, sin confundir los roles.
Hay una belleza, una funcionalidad, un dispositivo constructivo, una relación con la ciudad, con la disciplina y con los propios intereses que aparecen desde el campo de la arquitectura, que hay que poner a jugar con otro tipo de factores que también intervienen y son dato y parte de los objetivos: el costo, el valor de venta, las variables financieras, los plazos, los aspectos comerciales, etc.
Frente a todo eso, podemos sumar si aportamos nuestro conocimiento como diseñadores y constructores, pero mucho más si nos paramos desde la visión del proyectista, de quien es capaz de trabajar con la complejidad.
Como gerentes, entonces, el trabajo es lograr que todos estos aspectos se informen entre sí, entendiendo que de esa relación, si es administrada de forma inteligente, va a surgir un buen resultado en todos los sentidos. Y un buen resultado no es perseguir el rango máximo en un aspecto en particular, sino encontrar el equilibrio en relación a la mayoría de las variables.
En síntesis, entender y dirimir la tensión que surge de la complejidad es nuestro verdadero aporte y es, justamente, lo interesante.
Edificios rentables
Manejar ese balance en el caso de los desarrollos inmobiliarios no es para nada fácil; sobre todo identificar el objetivo sin confusiones en la relación entre edificio y rentabilidad.
La tentación permanente es poner uno por sobre otro, y nuestra labor está en entender que sin arquitectura, sin edificio, no hay negocio, y que a la vez el edificio necesita darle consistencia al resultado económico financiero que se pretende.
No me refiero a perseguir una estética en particular o un costo o un precio sino a buscar valor. La misión de nuestro estudio es, desde hace veinticinco años, conseguirlo.