La educación comunitaria, un jardín fértil
Guido Agustín Prada
Hay las cosas que se esperan y hay las cosas que aparecen,
como la hierba que asoma sin permiso de la mano del hombre
que no imagina en la tierra nada que no haya plantado.
Como la maleza, Gabo Ferro
Frente a la continua revisión sobre el diseño de los espacios educativos, su uso y apropiación, y ante los desafíos que enfrenta esta «nueva normalidad» sociosanitaria, resulta pertinente poner en escena aquellas experiencias que se fueron constituyendo históricamente al margen de las lógicas de producción escolar estatal. Las mismas fueron motorizadas por la propia necesidad de los sectores populares y, lejos de ser casos singulares o aislados, hoy conforman un cuerpo de estudio y de propuesta que continúan desarrollándose fértilmente.
Los jardines comunitarios
Frente a una marcada desigualdad de acceso a la educación en los primeros años del Nivel Inicial[1], emergieron los jardines comunitarios como experiencia escolar autogestiva. Durante el proceso hiperinflacionario de los años 1989-1990, surgieron las primeras propuestas de educación y cuidado, asociadas a merenderos, comedores y copas de leche. Se consolidaron de esta manera guarderías a cargo de mujeres de la comunidad, con una contención fundamentalmente centrada en la alimentación. Con el transcurso del tiempo y el fortalecimiento de las organizaciones sociales, fueron convirtiéndose en jardines de infantes, desarrollando un proyecto pedagógico especializado, tejiendo redes y reforzando su identidad.
En el año 2014 se logró promulgar la Ley Provincial Nº 14.628, que establece el marco regulatorio para las instituciones educativas comunitarias de la provincia de Buenos Aires, tomando la experiencia de los jardines comunitarios existentes y atendiendo al reconocimiento de las posibilidades de autogestión de la comunidad en la educación infantil. La norma prevé entre otras cosas que el Estado provincial garantice la infraestructura necesaria para el funcionamiento de los jardines comunitarios. Sin embargo, no menciona de qué manera resolverá dicho objetivo, qué presupuesto está destinado para el mismo, cuáles son las necesidades en términos espaciales que deberán garantizarse, o si se tendrá en cuenta la historia, experiencia y particularidades de la comunidad con la que se trabajará en cada caso. Esto resulta un problema central en la factibilidad de la aplicación de dicha ley y las posibilidades de proponer mejoras en la producción espacial de los jardines comunitarios.
Propuestas emergentes
En el marco de estos antecedentes, en agosto de 2018 la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) —una organización nacional que nuclea a familias campesinas y productoras de alimentos frutihortícolas— construyó de forma autogestiva su primer jardín comunitario, llamado Raíces de mi Tierra. El jardín se encuentra en las inmediaciones de su galpón de acopio y logística, ubicado en el periurbano del partido de La Plata.
A partir de un trabajo de entrevistas y revisión bibliográfica se pudo conocer la historia que da origen al jardín, las dificultades socioeconómicas del sector, y las proyecciones futuras de la organización para continuar dando respuestas a una necesidad urgente como es la educación y el cuidado de las infancias de las más de diez mil familias productoras de la zona. De este trabajo de investigación surgió una propuesta para el desarrollo participativo de un sistema de jardines infantiles comunitarios en el cordón hortícola platense, que fue presentada también como trabajo final integrador en la Especialización de Arquitectura Educativa dictada en la Universidad Nacional del Litoral. La propuesta se concibe como una hoja de ruta que pueda asistir el proceso de gestión, planificación, diseño y ejecución de una red de jardines comunitarios en el área de interés. Se propone rescatar experiencias previas de producción social del hábitat que sirvan como referentes, así como articular diferentes normativas vigentes que hoy se encuentran desconectadas y enunciar criterios amplios de diseño y ordenamiento espacial atentos a las necesidades del sector. Todas estas lecturas y observaciones se traducen en tres ejes centrales de proyecto: I. Estrategias de gestión II. Escenario de Planificación III. Sistema Arquitectónico Ambiental Reflexión final [1] En el informe «La oferta del nivel inicial en Argentina» (Unicef y CIPPEC, 2019), se indica que solo el 21% de la infancia del quintil más pobre asisten al nivel inicial, mientras que en el quintil más alto esta condición representa al 58%. |