La integración a la ciudad de los barrios populares
Juan Maquieyra
Cuando comenzamos el proyecto, lo primero que hicimos fue analizar la información disponible en el Instituto sobre los barrios populares en general, y sobre la Villa 20, Rodrigo Bueno y Villa Fraga en particular. Vimos la información de censo y estadística de la ciudad, un censo que había hecho el IVC en Villa 20 hace varios años, y también el relevamiento que hace Techo. Eso fue el insumo para la segunda etapa de acercarse a los vecinos.
En este acercamiento, hicimos primero un trabajo de campo para identificar los principales representantes de los vecinos, con varios referentes de distinta procedencia política. En el caso de Rodrigo Bueno y Fraga había juntas de delegados directa, con mandato vigente, con lo cual empezamos con ellos. A raíz de este contacto se planificó una asamblea con los vecinos en cada uno de los barrios, y en ellas se manifestó la voluntad del gobierno de avanzar hacia la urbanización. Luego se conformaron Mesas de Gestión Participativa en los tres barrios. En dos de ellos, los principales actores por parte del barrio en las mesas de gestión (no los únicos, pero sí los principales) eran los delegados electos por los mismos vecinos. En Fraga y en Rodrigo Bueno eran 5 y 4 delegados. En la Villa 20, la Junta era uno de los elementos, pero también participaban referentes con mucha historia y peso en el barrio. Para la construcción del diagnóstico participan los delegados y la Asamblea, es decir, no solo se hace en base a las Mesas de Gestión sino también con los Talleres de Manzana.
Luego hicimos un censo habitacional. Y finalmente terminamos de conocer las necesidades del barrio con el relevamiento socio-espacial, yendo con trabajadores del instituto y con los vecinos y delegados, casa por casa, relevando tanto en términos sociales como espaciales. En esta instancia es donde los arquitectos hacen un plano de la vivienda, por ejemplo.
Con toda esta información obtenemos el mapa de cuáles son las necesidades del barrio, que en general tienen que ver con tres grandes grupos: las habitacionales —el acceso a una vivienda adecuada en términos espaciales, de servicios, etc.—; necesidades de integración urbana —que el barrio esté integrado y conectado a la ciudad, que tenga espacio público, transporte público, buena conexión en general—; y una tercera necesidad que es ver los niveles de escolaridad, de acceso a la salud y también de trabajo.
La conformación de las mesas fue relativamente rápida. En el primer año de trabajo conformamos las Mesas de Gestión, sacamos la ley de urbanización de cada barrio, hacemos el censo y empezamos los relevamientos. Mientras, también se va avanzando en la construcción.
Un componente muy importante de las propuestas fue que la arquitectura acompañe el concepto de integración. Por ejemplo, en Rodrigo Bueno se construyeron cuya fisonomía y arquitectura se corresponden con la arquitectura de los docks de Puerto Madero. Si esto no se hiciera, sería muy difícil que en términos urbanos se integre ese barrio a Puerto Madero.
El segundo punto es que la tipología, la cantidad de viviendas, los materiales, el hecho de tener o no ascensor, fueron decisiones que acompañan la vocación de los procesos de crear integración social y sustentabilidad. Por ejemplo, se construyó vivienda con ladrillo visto porque el mantenimiento es mucho más simple; con esto se logra que dentro de diez años, esos sitios sigan estando cuidados, en buen estado. También fue fundamental que los consorcios sean chicos: no tienen más de treinta viviendas, y eso ayuda muchísimo a que el día después de la mudanza, se organicen bien. Eso también se diseña. O el hecho de que tengan bauleras grandes, porque de los censos surge que muchos trabajan con herramientas que, si pusieran en el living de su casa, afectaría a la vivienda.
En síntesis, un diseño que ayude a que la familia pueda seguir manteniendo la vivienda el día después. Y que no vuelva a suceder lo que pasó, por ejemplo, en Soldati.
La continuación
El año pasado hicimos el censo de la 1-11-14, donde comenzamos ya con las mesas participativas y la discusión de la ley para la organización. Estamos trabajando hace ya dos años en Lamadrid y El Carrillo, que son dos barrios más chicos. Y estamos avanzando fuerte con la urbanización del Camino de Sirga, el fondo de la Villa 21-24, al lado del río.
El año que viene empezamos con La Carbonilla, y con los planes integrales de la Villa 15 y la 21-24. Algunos procesos van más rápido, otros más lento. Por ejemplo, la Villa 11-14 es un barrio que puede llevar mínimo seis u ocho años de trabajo.