La construcción espacial del otro en el marco de la vivienda multifamiliar

Federico Azubel, Anabella Gatto

miércoles, 11 de diciembre de 2019  |   


Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los «likes» solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!

—Byung-Chul Han


Según su definición, el término «otredad» implica el reconocimiento del otro como ser e individuo diferente, que no forma parte de la propia comunidad. Al reconocer la existencia de un otro, la propia persona asume su identidad.[1]

Si los proyectos de vivienda multifamiliar conllevan a una repetición aparentemente indiferenciada, la pregunta en el marco de nuestra labor proyectual sería ¿cómo lograr construir la identidad del espacio del otro, para que lo igual no duela?

El cliente como habitante real. Situación cotidiana en el Edificio Ravignani. Foto: Gentileza ATV ArquitectosLo igual, el otro y la identidad son términos interconectados que permiten definir que la construcción de la vivienda propia supone reconocer en el otro parte del material esencial para proyectar en conjunto.

En este sentido, la construcción espacial del otro implica poder identificarlo para que la idea del cliente abstracto logre dar respuesta a necesidades concretas que no son del todo tangibles. El punto es que no provienen de la figura del individuo, sino de una parte del colectivo social.

Desde esta perspectiva resulta necesario poder reconocer el campo de acción del proyecto a través de lecturas desde las cuales sea posible detectar indicadores que involucren tanto los deseos y necesidades individuales como los compartidos en una comunidad.

La arquitectura como hecho construido pone de manifiesto la relación entre el sujeto y el objeto a través de los distintos tipos de relaciones con el espacio. Develar y tejer esa trama de relaciones es parte de la investigación de las formas de habitar, como modo de ampliación del campo disciplinar.

Es por esto que vale la pena hacer el ejercicio de construir un programa habitable, abordando las problemáticas de nuestra disciplina, según parámetros recabados en encuestas propias a clientes conocidos y ajenos con el fin de captar habitantes genuinos. Estas encuestas de calidad, con preguntas específicas dentro de los campos del diseño, la construcción, la gestión, la comunicación y satisfacción del cliente, generan registros que se traducen en material necesario al momento de dar inicio a una nueva propuesta proyectual, junto a estudios de mercado. Es a partir de este mecanismo, una vez insertada esta información, que podemos dar lugar a un proceso virtuoso que consiste en deconstruir lo proyectado para construir el espacio del otro.

Esta construcción será posible siempre que existan, por lo menos, dos condiciones: que el proyecto responda a necesidades concretas de futuros clientes que interesa captar, y que la trama invisible del proyecto inicial contenga reglas claras que permitan la transformación y cambios controlados.

Para que la voz del cliente, como habitante real, y su intervención en el proceso proyectual de la propia casa sea posible, se necesitan definir etapas concretas en la vida del proyecto, a fin de que las transformaciones se materialicen dentro de un marco de gestión integral. Sin una gestión que articule los diversos requerimientos iniciales del proyecto y los propuestos por el cliente, con los tiempos y costos proyectados, la posibilidad de construir la identidad de cada habitante no es sustentable y sólo se podrá responder al usuario abstracto. 


[1] Pérez Porto, Julián y María Merino, definición de «otredad». Disponible en línea » Fecha de consulta: 03/10/2019.


Autores de Proyecto Edificio Ravignani ATV arquitectos

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