Salvemos a las ballenas pero también al patrimonio

Fermín Labaqui, Alejandro Gregoric

miércoles, 1 de abril de 2020  |   

La serie Proyecto Patrimonio


La arquitectura, como toda expresión humana, manifiesta la cosmovisión de un tiempo histórico, sus contradicciones y tensiones. Las obras arquitectónicas legadas por las generaciones que nos precedieron son testigos de dicha cosmovisión y prueba de la síntesis que les dio origen. A diferencia de otras disciplinas y formas expresivas, la buena arquitectura, por la robustez que suele caracterizarla, se mantiene en pie durante décadas, siglos y en algunos casos hasta milenios. Dichos tótems se sostienen y nos recuerdan nuestro origen, nuestro devenir, nuestros errores y aciertos, siempre y cuando no perdamos el hábito de leer en sus líneas y sus formas el lenguaje que expresan. Como aquel hijo que afirma que si pudo ver lejos fue gracias a que lo ha hecho parado sobre los hombros de su padre, las sociedades que crecen son las que se afirman sobre los cimientos heredados. La puesta en valor de un bien patrimonial implica antes que nada la reafirmación de la memoria de un pueblo y su proyección a futuro. 

Trabajos de restauración en la cúpula de la Estación Constitución (CABA). Foto: Francisco Pignataro.La serie documental Proyecto Patrimonio nació como un aporte a la divulgación del lenguaje arquitectónico encriptado en estas obras que forman parte de nuestra cotidianeidad y que si las hemos dejado arrumbar ha sido solamente porque perdimos la capacidad de leerlas, de comprenderlas. Porque no se valora lo que no se comprende, lo que ha perdido el sentido, o, mejor dicho, no valoramos, o deja de tener sentido, aquello sobre lo que hemos perdido la capacidad de lectura. 

En sus tres temporadas, el ciclo se emitió por Canal (á) y tuvo diferentes focos: en la primera (2017) se trató de hacer énfasis en el lenguaje de las técnicas y los materiales, sistemas constructivos en desuso que deben reinventarse y reaprenderse en el proceso de puesta en valor de un gran edificio; los vitrales del Congreso de la Nación no nos hablan tan solo de cómo unir trozos de vidrios de color en una estructura de plomo, nos narran que a finales del siglo XIX,  la república se entronaba como la nueva religión, y aquella técnica que desde la edad media había sabido narrar la vida de deidades y santos en las catedrales, ahora era utilizada para hacer honor al gobierno del pueblo. 

En el 2018 nos propusimos abordar proyectos en su totalidad y de gran escala. Abordar, por ejemplo, la puesta en valor de las estaciones ferroviarias de Retiro y Constitución, no implicó tan solo remozar grandes estructuras, sino repensar la modernidad, y cómo, a finales del XIX, el proyecto nacional supo concebir una sociedad moderna, una ciudad que se proyectaba hacia suburbios prósperos y a todos los confines productivos del territorio. Y también, intentar dilucidar las razones de la decadencia a la que fueron sometidas hasta comprender que la desazón que se apoderó de dichas terminales del ferrocarril fue producto del olvido de la noción de progreso, y que expresaba la decadencia ya no de revoques y pinturas, sino de valores y aspiraciones. 

Taller de molduras de la Escuela Taller del Casco Histórico (CABA). Foto: Francisco Pignataro.Finalmente, en 2019, buscamos reafirmarnos en nuestra condición de latinoamericanos, abordando temáticas que permitieran comprender que somos parte de un continente con una historia común, atravesado por problemáticas análogas, y que la historia de Potosí es mucho más que la de un conjunto de construcciones coloniales situado a los pies de un cerro que supo contener incontables onzas de plata, sino que es testimonio del primer gran proceso de expoliación de nuestras materias primas por parte de un imperio. Podemos visitar Potosí o podemos aprender de Potosí; el actual contexto sociopolítico que atraviesa la República Plurinacional de Bolivia nos demuestra que la lección que tiene para enseñarnos como latinoamericanos no ha terminado de ser aprendida.

Extrañamente, en una realidad donde el género documental aborda temáticas acuciantes, denuncias de tanta complejidad como el lawfare, desenmascara procesos judiciales viciados de parcialidad, la utilización de agrotóxicos, el monocultivo, la trata de personas, las formas espurias de endeudamiento al que se somete a los países emergentes y tantas otras cuestiones gravitantes, nuestra serie supo abrirse camino, y en el año 2018 obtuvo el premio FUNDTV, el más prestigioso que se otorga a la televisión educativa en la Argentina, en un rubro muy competitivo desde la masificación del streaming: «mejor serie documental». 

Parece ser que la arquitectura patrimonial ha logrado hacerse un lugar en la agenda contemporánea entre las temáticas que sensibilizan y despiertan interés. Quienes con vocación nos dedicamos durante años al estudio y la divulgación en el tema, siempre vivimos con cierta comprensión —y envidia— el interés que despertaban las ballenas varadas en una playa, y cómo grupos de voluntarios corrían al intento de retornarlas a la corriente de agua que les permitiera sobrevivir. Nuestra sociedad comienza a comprender que tan importante como la extinción del material genético del ADN de las especies que hacen a nuestro medioambiente, es la desaparición de aquellas obras que atesoran el ADN de nuestra historia, aquellas obras que son la memoria viva de nuestra cultura.