Los bordes expandidos de la profesión

Alexis Schächter

miércoles, 28 de diciembre de 2016  |   

El tiempo que llevo ligado al proyecto no puedo entenderlo sin mi historia con Monoblock, que es el estudio que formé con cuatro amigos en el momento en que estábamos terminando la carrera de arquitectura de la universidad de buenos aires, y luego de un periodo de algunos años en los que todos nosotros hicimos otras experiencias en los estudios de quienes habían sido nuestros profesores. En ese momento de reunión fundacional no teníamos ninguna clase de trabajo, y todo el entusiasmo posible.

La actividad del estudio comenzó con la participación vertiginosa en concursos de arquitectura, que era una actividad que continuaba casi en todos los aspectos el periodo de la facultad, tanto en las formas del pensamiento, como en los ambientes y mecanismos de producción. Inclusive éramos los mismos los que seguíamos trabajando juntos.

Desde ese momento hasta hoy hemos proyectado y construido algunos edificios, replicando el papel tradicional del arquitecto que proyecta y construye objetos de arquitectura.

Sin embargo, hace ya un tiempo largo que estamos practicando una mirada distinta, que no excluye al proyecto en su forma tradicional, pero seguro que lo recalifica, y que para nosotros significa poder revisar críticamente cual es nuestro posible papel en el mundo actual.

Las ciudades en continua densificación, el crecimiento exponencial en la cantidad de personas que compartimos el planeta, la estadística sobre el aumento en la cantidad de suelo urbanizado o la tendencia global a vivir en las ciudades, junto a una economía que nunca va a estar justamente equilibrada, son argumentos suficientes para revisar cual va a ser la mirada y la acción desde nuestra disciplina hacia este panorama.

Me gusta pensar que esta mirada está necesariamente sostenida por un proceso cultural que pueda asimilar los problemas clásicos de los objetos arquitectónicos, y al mismo tiempo pueda repensar las posibles relaciones con las complejidades actuales de la ciudad y del territorio, reincorporando también las problemáticas infraestructurales al campo de las discusiones que tengamos como disciplina. Creo en este punto que es en las escuelas de arquitectura en donde tiene que sostenerse esta conversación para poder convertirse en cultura. 

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