Cultura | Cine

Andrés Duprat

viernes, 17 de marzo de 2017  |   

Arquitectura y cine

Teniendo en cuenta que los problemas de representación de nuestras ideas, conceptos o derivas pueden tomar formas diversas, decirse de diferentes maneras utilizando herramientas disímiles, la relación entre creación y disciplina artística permite múltiples asociaciones. De esta manera no resulta difícil asociar cine y arquitectura, ya que ambos son medios posibles para el desarrollo de nuestras ideas.

Es cierto que las disciplinas proporcionan medios eficaces de abordajes conceptuales y de modos de decir - disponer con soltura una técnica o un lenguaje en un contexto acotado suele permitirnos dar curso a nuestras ideas con rigor y eficacia-, pero también es cierto que cada disciplina conlleva su propia limitación, pues si bien sugieren procedimientos y secuencias, su naturaleza y sus reglas, en ocasiones resultan insuficientes para las ideas que intentamos plasmar.

La arquitectura y el cine comparten no solo su carácter eminentemente visual sino -y sobre todo- su relación con la temporalidad. Si aquella concita la idea de perennidad, lo hace no sin convocar el modo de abordarla: solo al recorrerla o habitarla se llega a su comprensión profunda y a vivir su experiencia esencial. En tanto el cine, que es imagen en movimiento, sustenta su dramaturgia en la fugacidad del tiempo que huye, y construye su gramática, como la arquitectura, en el modo de habitar ese destino. 

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