Edificios patrimoniales

Eduardo Scagliotti

jueves, 29 de diciembre de 2016  |   

Del universo de temas que cubre nuestra profesión, tuve cierta predilección hacia algunas áreas: proyectual, historia, representación y tecnología. Tuve grandes maestros: Trabucco, Ellis, Casares, Ortiz, Scarone, Gazaneo. Ellos y especialmente éstos últimos, me enseñaron a querer y respetar la profesión, orientándome hacia la docencia del proyecto y la conservación patrimonial.

En 1975 pude conocer personalmente a Sherban Cantacuzino, del que conservo su libro autografiado Nuevos usos para edificios antiguos, un texto esclarecedor. En aquella época de escasa externalidad fue como tener una camiseta de Messi firmada.

Pude acceder a la titularidad de un Taller Vertical de arquitectura y a la codirección de la Carrera de Conservación de la FADU, a la vez un orgullo y un gran desafío. Estas dos esferas, Proyecto y Conservación, no son antitéticas sino absolutamente complementarias. Configuran un par de sinergia y retro-alimentación de mutuo enriquecimiento.

Las grandes experiencias de mi vida profesional: los teatros Colón y San Martín, Centro Naval, el Kavanagh, San Ignacio y la Facultad de Ingeniería sede Las Heras, obras de gran significado cultural y complejidad conceptual y técnica.

Es una actividad gratificante y enriquecedora así como de alta exigencia. Es un servicio y sentís que aportás desde tu modesto m2 explorando los intersticios de la cultura heredada, lo que supone un proceso de redescubrimiento y reaprendizaje constante.

En mi experiencia, un riesgo de los proyectos de rescate: produce más daño la intervención impropia que la falta de actuación.

Disfrutamos a diario esta orientación privilegiada con el equipo de lujo que me acompaña, junto a prestigiosos especialistas que tanto enriquecieron mi percepción de los edificios desde la complejidad, la interdisciplina y la pasión. 

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